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LA GACETILLA TAURINA |
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Nº 17 - 3 de Junio 2005 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan José Zaldivar) |
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LAS QUERENCIAS DEL TORO DE LIDIA -I- |
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Dentro de las lógicas transformaciones, gradaciones conductuales –si podemos decirlo así- que experimentan los toros durante la lidia, especialmente en el primer tercio, es de animales quedados, como consecuencia directa, muchas veces, de haber recibido un duro castigo y la pérdida de sangre, seguida de los destronques de recortes y las fatigas de los capotazos. Semejante salida conductual no implica que el toro quede ausente de la lidia ni rehuya el objeto que le insta, pues lo único que hace el animal es dejar un cierto tiempo de acometer, permaneciendo inmóvil, como para recuperarse, por lo que nunca debe confundir esa actitud con la que manifiestan los toros aplomados ni con los tardo. La de quedados empiezan muchos a mostrarla desde antes de llegar al estado de aplomados, y la acentúan a no a medida que transcurra la lidia, porque más bien debemos hablar de cambios de ritmos temperamentales, del que pueden salir y entrar, pudiendo casi siempre corregirse. Es lo que los diferencia de los aplomados, que como la conducta de los tardos, manifestadas como resultado del cansancio vital, del que ya no puede salir y restablecerse su capacidad de acometer. En los toros burriciegos todas las variantes de conductas citadas adquieren perfiles muy peculiares. En la temporada taurina del año 2003, en la Plaza Real de El Puerto de Santa María, se corrieron dos astados burriciegos y casi nadie se dio cuenta de semejante hecho. A cuanto llevamos expuesto hay que agregar otras modalidades de conducta, entre ellas las querencias del toro en la plaza y los citados burriciegos. En éstos, los diversos comportamientos relacionados, adquieren desmesuradas proporciones. En cuanto al conocimiento de dichas querencias, o sea, la tendencia del toro a preferir un sitio determinado de la plaza, y volverse al mismo sitio tras cada suerte, es muy antiguo. Ya en la Cartilla de la Biblioteca de Osuna se dedica una regla entera, la segunda, a la querencia más constante. En ella pude leerse: «Muy importante será para el aficionado el tener presente por dónde entró el toro, que siempre tendrá a aquella parte más cariño, buscando la salida.» Previene asimismo los riesgos de ejecutar las suertes estando el toro embebido en tal querencia, con razones que siguen siendo válidas. «En este caso se les ha de dejar que se canse en esto, y que esté en medio de la plaza para hacer con más gusto las suertes, pues como anda divertido no hace caso de quien le llama, y de lo contrario será peligroso ejecutarla, porque no puede venir al deseo del aficionado.» En cuanto al conocimiento de las querencias del toro, una vez más debemos a José Delgado (Pepe-Hillo), como en tantos otros casos, el primero en sentar las bases del estudio de las mismas con su observación, y previno los riesgos, sacando las consecuencias a lo que en las anteriores artes de torear no fue más que un simple embrión de previsiones razonables. LOS ESCÁNDALOS POR TOROS MANSOS *Se estaba llevando la selección a tal extremo -¡para beneficiar sólo a los toreros!, que se entra en la mansedumbre y falta de fuerzas, y ya en 1923 salieron a las plazas de México, -como los muchos que vienen lidiándose hoy en España-, varios toros mansos de solemnidad, que señalamos a los lectores: *El (10-01-1923), en la plaza de Mexicali (Baja California), fueron devuelto a los corrales por mansos todos los toros que salieron al ruedo. Procedían de una de las haciendas del Estado mexicano de Coahuila. El escándalo fue mayúsculo. Actuó esa tarde Carlos García. *El 14 de enero del citado año se lidiaron toros de Ciénega de Flores, en la plaza de Monterrey, pero salieron tan mansos como los de Matancilla en la Corrida de la Hispanidad, celebrada en 1992 en Monumental plaza de Zacatecas (México), originándose una terrible bronca -no fueron tan civilizados como las Autoridades y aficionados zacatecanos-, y la corrida fue suspendida. Actuó esa tarde el novillero Pedro Domínguez (Dominguín Mexicano). *En la plaza de El Oro, el (19-03-1923), se lidiaron cuatro dificilísimos toros de San José del Porto, para Silveti y el novillero Ramón Gómez. Hubo fenomenal bronca, y parte del público le prendió fuego a la plaza. En esta ocasión, Silveti se llevó una cornada grave. *En Ciudad Juárez, el 8 de abril del año antes citado, se lidiaron reses de Bavícora, para Angelete y Torquito. Fueron tan mansos los toros, que la bronca se impuso. Las autoridades impusieron multa a todo el mundo. Este vez, a Angelete, se le fue vivo un toro a los corrales. *Finalmente, en 1923. fueron fogueados en la plaza de El Toreo, como un hecho histórico, cinco toros: uno de Piedras Negras, uno de Atenco, dos de Wiuilfo González y uno de Zotoluca. *En corrida celebrada en la plaza de La Luguna, el 2 de diciembre, también de 1923, salieron cinco toros mansos, que no pudieron ser lidiados.
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casemo - 2004