|
|
|
LA GACETILLA TAURINA |
|
Nº 19 - 17 de Junio 2005 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan José Zaldivar) |
|
El dominio científico-técnico de la bravura |
|
Les rogamos a los lectores que no se alarmen a lo largo de la lectura de este capítulo, simplemente reflexionen en su contenido. Sin embargo, no dejamos de aceptar que el tema es de tal envergadura y profundidad que causará en muchos lectores un cierto estupor, en otros desconfianza, a la mayoría les producirá una lógica extrañeza y sólo unos cuantos sabrán valorar el esfuerzo, la dedicación, el empeño, la ilusión, los miedos y hasta la felicidad que esconde este trabajo científico y técnico al que le hemos dedicado la mayor parte de la vida, sin otro apoyo que la pasión más sentida por conocer el alma brava del toro, pues nadie quería acompañarme en semejantes aventuras. Y todos los lectores juzguen si valió o no la pena tantos sacrificios y vencer tantos peligros. Lo que sí está claro, ya nos lo dijo con rabia y no poca tristeza hace un cuarto de siglo aquí en El Puerto, el entonces director de ABC de Sevilla, el amigo y erudito don Nicolás: Te has adelantado muchos años a tu tiempo y cuando quieran reconocer cuanto lograste hacer con los toros, ya no estarás entre nosotros. Y así se perfila el final. Paco Flores también se adelantó a su tiempo… y ¡ahí están sus hechos! Los ganaderos siguen utilizando la selección de sus toros bravos sobre caracteres intangibles, sin poderlos medir ni pesar en alguna balanza, ya que son características psíquicas; se dice que del psiquismo inferior de nuestros toros de lidia, pero al fin y al cabo, caracteres para los que no ha habido más patrón que el derivado de las faenas de tientas, acoso y derribo. Así que, pueden figurarse la que se armó en algunos medios periodísticos de España cuando nos atrevimos a decir en diversos trabajos científicos que «…la ciencia experimental veterinaria estaba trabajando en un fascinante campo: en la determinación de la bravura mediante una tienta química», desde principios de 1966. Con el título: La tienta química de los toros de lidia, publicamos un artículo en el Semanario Gráfico de los Toros: EL RUEDO, de fecha (01-03-1966), nº 1.132. Provocó un asombro manifiesto y una lógica preocupación, especialmente en algunos sectores de la opinión pública. El citado Semanario se despachó a su gusto en el siguiente número. Sin duda, casi cuarenta años después, volverá a suceder lo mismo. Es histórico que la persona que más se interesó por este tema, hace ya más de dos decenios, fue nuestro inolvidable amigo Paco Flores. Anestesiar un toro con una jeringa de inyección automática, lanzada a distancia con un proyector, es cosa fácil. La cosa se complica, en cada nueva ocasión, más seria y peligrosamente, cuando se aplican tranquilizantes y la dosis se va rebajando hasta dejar aparentemente en toda su capacidad de movimiento al toro inyectado. Entonces lo serio se puede convertir en tragedia. Sin embargo, la experiencia adquirida durante los primeros veinte años de experimentación continuada, ya permitían, en muchos toros bravos y nobles, lograr enteramente el dominio de su bravura. Los primeros ensayos fueron peligro-sísimos… ¿a quién preguntarle sobre si era o no posible lo que nos proponíamos? Aun hoy día, después de haber transcurrido ya casi medio siglo, seguimos a la espera de ver que otro profesional se acerque en el campo y sin defensa alguna a un toro ligeramente tranquilizado… y menos si es un miura. ¡Cuánto placer nos produciría ver imágenes como las que presentamos en las que aparezca otro profesional haciendo lo mismo… curando los toros y acariciándolos casi en plenas facultades! Espero disfrutar de ese placer antes de que sea demasiado tarde. Pero si difícil fue el reto emprendido -nos dio la impresión-, al planificar el protocolo de investigación sobre la manera de dominar y conocer los niveles de bravura de los toros, cara a cara en el campo y en su propio medio, que más difícil sería encontrar un ganadero de reses bravas que se aliara al proyecto. Creo que la Providencia es generosa siempre con los hombres y más con los que buscan apasionadamente, sin interés y con total entrega el logro de algún objetivo, nacido en lo más profundo del alma y que gira desde niño en el corazón. No sólo encontré a un ganadero, fueron varios, pero ninguno como don Carlos Melgarejo Osborne y en los mismos años al abogado y ganadero jerezano don Manuel García Fernández-Palacios. Una y mil veces más nuestro agradecimiento y en lo dicho están las razones de la sentida dedicación de esta publicación. Pero sería ingrato olvidar a don Eduardo II Miura Fernández, a don Javier Molina (padre), a don Alipio Pérez-Tabernero… Haber pasado largas temporadas en la Dehesa y Coto de Caza «Hato-Ratón», de don Carlos Melgarejo Osborne, en Villamanrique de la Condesa (Sevilla), disfrutar de la hospitalidad y trato distinguido de su esposa, doña María Muruve -desgraciadamente desaparecidos-, es un don único. La capacidad de Carlos para entusiasmarse con cualquier tipo de investigación era verdaderamente contagiosa. ¡Qué raudal inacabable de energía desplegaba cuando pretendía lograr algo! No hemos conocido una persona más singular… el cielo debió entrar en crisis y Dios se lo llevó anticipada y cruentamente para alegrar con su entusiasmo sobrenatural los coros celestiales. En El Puerto hay un personaje, un torero, afortunado, José Luis Galloso, por haberse casado con María, hija de ambos. Pero, sobre todo, está su hermano don Fernando, extraordinario amigo y que es el más legítimo depositario de mi agradecimiento a la familia en esta publicación. Fue él quien me ofreció un cordial y afectuoso recibiendo en la primera vuelta a El Puerto. No se olvida, Fernando. Pues, bien, tanto don Carlos como don Manuel, especialmente, cedieron dehesas y toros para realizar cuanto estudios y pruebas experimentales deseásemos llevar a cabo. El primero, además del ganado bravo, nos ofreció venados, gamos y jabalíes, de ahí que la suma de experiencias se acumuló considerablemente. En Hato-Ratón se hicieron mil pruebas de tranquilización, anestesias y miorrelajación. Una ocasión don Carlos invitó al doctor Heliodoro Murillo, Director del Centro de Anestesiología del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla. Con él iniciamos en Cádiz los estudios de Medicina, hace cincuenta años. Se realizaron centenares de mio-rrelajaciones a distancia en ciervos… y con los resultados completamos la tesis doctoral. Gracias Murillo. Todos los venados capturados -hembras y machos- fueron destinados a repoblar los cotos de caza de los Montes de Propios del Excmo. Ayuntamiento de Jerez, en la Sierra Norte de Cádiz (Municipio de Ubrique (Dehesas Cardela y Atalaya). Capturados y estudiados los ciervos en Hato-Ratón, fueron llevados a las dehesas citadas y allí permanecieron en un amplio corral de aclimatación, como puede verse en la imagen de la página siguiente, así como otra de don Carlos Melgarejo Osborne acompañado de Mr. Palmer, el inventor del proyector de largo alcance y de las jeringas voladoras de inyección automática. Fueron centenares las reses de lidia que tranquilizamos –a Carlos le encantaba lo que hacíamos y muchas veces, cuando el animal estaba lejos, nos quitaba de las manos el proyector de jeringas voladoras de inyección automática y con su increíble puntería, disparaba a gran distancia y siempre daba en el blanco cárnico. Después de varios meses de pruebas, al fin logramos determinar las dosis de tranquilizantes más adecuadas. Un día, al observar el ganadero e inolvidable amigo, los logros obtenidos, quedamos en invitar a un grupo de sus mejores amigos para que viesen la primera prueba histórica y oficial de la tienta química, a uno de los más bravos y peligrosos de sus toros.
|
casemo - 2004