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| LA GACETILLA TAURINA | 
| Nº 27 - 12 de Agosto 2005 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan José Zaldivar) | 
| LAS "JECHURAS" DEL TORO DE LIDIA (El poder de los toros) - continuación | 
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           Completamos lo citado en el párrafo anterior señalando que las necesidades en calorías, del combustible que necesita quemar, de un toro normal, de 470 kilos de p. v., pueden ser 20.000 calorías de energía neta y de aproximadamente 35.000 para un agresivo miura con más de 600 kilos de peso vivo, como éstos que fueron lidiados en Francia en la temporada de 2004 . Esto es así, siguiendo al doctor Paños Martí, “por cuanto el toro de lidia ha de criarse en régimen de libertad, practicando un gimnástica funcional –haciendo ejercicios físicos- que estilice su tipo para el fin perseguido; pero es que el toro durante la lidia tiene que consumir una cantidad de energía que no está previamente determinada y que es muy difícil de medir. Pero en los últimos años los toros se crían y engordan en espacios reducidos y sin un programa de gimnasia funcional, de ejercicios, así que llegan a los ruedos con un nivel físico pésimo, por lo que los depósitos de grasas que acumulan en su cuerpo no los puede utilizar como fuentes de energía con prontitud, de ahí que sucumban. Son hermanos de los criados dos decenios después por don José Luis Osborne Domecq, en aquella corrida de los célebres toros coloraos en la plaza Real de El Puerto de Santa María, que para disgustos del ganadero y de este servidor de ustedes, todos se sentaron sobre el albero sin capacidad respiratoria y, por lo tanto, sin fuerzas para seguir la lidia, porque más que toros eran cochinos cebados.. ¡qué mal rato pasamos! Lo dicho es muy comprensible ya que en el ruedo el toro está en movimiento continuo, realizando un trabajo, cuyos factores esenciales, velocidad y poder, necesitan un consumo energético que gasta de modo normal, de la misma manera que sucede en los corrales, en todas las plazas –la de El Puerto también, que ahora dicen no sirve, cuando alojaron decenas de corridas de Miura-, embarques, traslados, etcétera; pero cuando pelea con los caballos el consumo se multiplica por varios enteros. Y así, por ejemplo, un miureño, con 600 kilos de p. v., en el corto plazo de dos minutos en dicho tercio, si se entrega contra el peto entre dos y cuatro puyazos, realiza una fuerza de trabajo equivalente a casi 100 mil kilográmetros. Y, aunque ya disminuido el poder, el astado seguirá consumiendo energía, cada vez con más necesidad a medida que se agota, de tal modo que se pueden cifrar en unas 600 calorías más por segundo, necesarias para aguantar 3 pares de banderillas y decenas de embestidas. Le recordamos a los aficionados interesados que si se trata de toros cebados, que llegan a las plazas sin haber realizado una adecuada gimnasia funciona (9) –ya quedó señalado en el párrafo anterior-, es decir, que fueron engordados en corrales reducidos, no sólo no pueden quemar las grasas –el glucógeno acumulado en las células musculares, tras transformarse- a la velocidad que les exige el duro trabajo que tienen que realizar, sino que se ahogan por falta de capacidad respiratoria y los animales –no se caen- simplemente se echan al albero. Creo que lo señalado ha sido de relativo fácil entendimiento. Pero también debemos hacer llegar a la conciencia de los aficionados otro factor más de desgaste energético, el que es imprescindible para cubrir el consumo psíquico, que no es otro que el desgaste de la bravura. Veámos. En cada excitación nuestro toro sufre inevitablemente un choque psíquico, con la consiguiente merma de sus facultades nerviosas. A medida que corre la lidia aumenta la fatiga muscular y se va inhibiendo la manifestación del temperamento propio del toro, como que se “gasta” su bravura. En esencia, como lo señala el doctor Pablo Paños, “la energía total se produce por combustión de los últimos tramos del metabolismo orgánico. Si el esfuerzo que los toros realizan durante la lidia es moderado (10) y se limita a correr sin vencer resistencias superiores a 300 kilográmetros de trabajo, la cifra de ácido láctico alcanza en la sangre, por lo general, del 0,02 al 0,025 gramos %; pero si el trabajo es intenso hay mucha mayor concentración del citado ácido y el músculo no tendría entonces suficiente capacidad para resintetizar el glucógeno, que no es otro que el combustible muscular.” Expliquemos lo anterior. Si el músculo del toro posee la energía potencial, que se convierte en cinética (en movimiento) por la oxidación de ácido láctico, en que se transforma el glucógeno o azúcar muscular, al suceder esto el músculo se quedaría sin energía potencial. Es decir, simplemente, la energía potencial del músculo actúa como acumulador que se gasta y que hay que reponer automáticamente. Para tal reposición el toro necesita disfrutar de un equilibrio orgánico total y éste estado puede quedar roto por los sucesivos traumas y los choques psíquicos. Sin ese equilibrio pueden presentarse los más variados problemas patológicos durante la lidia, entre ellos, las caídas anormales en el ruedo. Pero, además, pueden presentarse alteraciones metabólicas en exceso, de producciones residuales de diversas sustancias, principalmente de las nucleoproteínas, dando lugar a la fatiga muscular, producida por la acumulación de productos extraños en el músculo que actúan sobre el sistema nervioso central, puesto que las neuronas corticales son muy sensibles e incluso una súbita parada respiratoria y hasta un colapso total. Ya más de un toro ha caído muerto sobre el albero, como los futbolistas y los árbitros sobre el terreno verde del campo, con claros síntomas de infarto. Su número irá en aumento. En definitiva, que en la misma medida que va transcurriendo la faena de muleta y produciéndose el agotamiento, la liberación de energía se va haciendo más dificultosa y, considerando que solamente sobre un 30 % de la energía producida se traduce en trabajo, el toro puede llegar a presentar una total anulación de la manifestación de la acometida a los primeros pases de muleta (que es la faena que ha de seguir gustando más) y ser erróneamente calificado de manso, cuando en realidad lo que sucede es que su potencial energético no le produce ya nada más que reacciones de defensa, al quedar impedida la liberación de su instinto verdadero, la manifestación de la bravura, por la ocultación del temperamento del toro. Los casos de toros que ya no aguantan el último tercio son cada temporada más frecuentes. Otro de los aspectos en que los aficionados están más interesados es el saber cuál el volumen medio de sangre –la llamada volemia- que circula en por el sistema vascular del toro. Según los científicos Richert y Borwn, hace ya más de medio siglo, es del 7 % del peso del cuerpo, es decir, de 35 a 36 kilogramos. En 1958 se realizaron estudios de la volemia en toros bravos salmantinos de 460 a 550 kilos de p. v., obteniéndose después de picados un rendimiento del 3,73 % en toros con un 20 % muy picados, un 60 % normalmente picados y un 20 % sin apenas producción de sangre. Otros investigadores han obtenido resultados parecidos. Las pérdidas de sangre pueden aumentar, a veces, aun en el supuesto de que los toros no reciban las varas reglamentarias y en este caso existe una anemia, una falta de sangre, de naturaleza traumática bastante considerable, que influirá notablemente en la dinámica del toro. Durante el desarrollo del primer tercio, son muchos los buenos aficionados que en los tendidos perciben anímicamente cómo tras un puyazo, la dinámica del toro cambia, cómo el animal ha sido seriamente afectado. Llegado aquí creemos necesario insistir sobre cómo tras la fatiga muscular aparece el agotamiento en los toros. Y es que en la medida que se van depositando en las células musculares los residuos propios producidos en la quema energética, que son de naturaleza tóxica, el coeficiente de utilización del oxígeno varía y también la cantidad de carbónico producido por masa (3,70 por metro cuadrado en 470 kg. de p. v.). Como consecuencia de ello, los toros necesitan realizar un esfuerzo extra de su aparato circulatorio para que la oxihemo-globinación -¡que a los toros les llegue bien el oxigeno a todas sus células!-, tenga lugar lo más compensadamente posible. Teniendo en cuenta que el cociente respiratorio normal es de 0,85, en los estudios realizados por el multicitado doctor Pablo Paños Martí, durante cuatro años y en 720 toros, comprobó que el número de respiraciones por minuto antes de la lidia, en toros con el peso reglamentarios de 4 años era de 37 movimientos de ijar por minuto, frente a 36 movimientos en toros de igual peso, pero con cinco años. El número de movimientos, poco antes de ser estoqueados, se elevaba en los primeros a 92 y en los segundos a 75. De cuando llevamos expuesto se desprende que alimentar en exceso los toros, cuando se pretende lograr la precocidad en el peso para adelantarlos, no es racional, ni equilibrada y que el esfuerzo de compensación respiratoria es tanto más exagerado cuanto más gordo está el toro en las mismas condiciones de lidia. El aficionado sabrá desde ahora, si caso no lo sabía, que entonces sucede que los procesos de oxigenación de los tejidos no se realizan compensadamente, que es más prematura la fatiga muscular y es mayor la masa de irrigación con menos cantidad de hematíes por la anemia traumática de las puyas y banderillas. Si a esta situación se une que sean toros de tipo oxidativos, volitivos o hiperparatiroideos –extremadamente agresivos-, la dinámica, los movimientos son totalmente anormales, cuando existe el más leve desequilibrio, con alteraciones en las manifestaciones del instinto, de la bravura, del temperamento y del poder, en una palabra del biotipo constitucional del toro, precisamente por no alcanzar su nivel físico. Y no deja de ser sorprendente que muchos de estos conceptos sigan vigentes desde hace medio siglo. (9) En estos últimos años hasta la famosa ganadería de Miura tiene establecido un programa de gimnasia funcional para los toros de corridas, consistente según parece, en caminatas de cierta distancia que recorren diariamente. Los Hermanos Miura aceptan con visión moderna los nuevos postulados de la Zootecnia Moderna. El lector aficionado debe tener conocimiento de que muchos ganaderos son conscientes de la necesidad de aplicar esos procedimientos en sus toros, evitando así las caídas originadas por la falta de ejercicios musculares y para fomentar la capacidad respiratoria de los animales. ¿Qué calificación lograrían los atletas en una olimpiada si no se entrenaran duramente? ¿Acaso un toro no es sometido en la lidia a una prueba de decatlón que dura quince minutos? (10) La bravura o el carácter agresivo de un toro puede “moderarse” con dosis bajas de tranquilizantes. La práctica de esta manipulación química requiere de conocimientos y técnicas muy depuradas, mismas que no están al alcance de cualquier desaprensivo. Casos hubo en que se trató de hacer “pruebas” y los toros murieron. De todas formas, ya hace tiempo que los servicios veterinarios de una plaza de toros deberían ir dominando las técnicas de laboratorio necesarias para dejar al descubierto este tipo de fraudes. Si los atletas olímpicos sucumben a la tentación de ingerir estupefaciente… ¿Es extraño que también algunos profesionales del toreo no las sientan? | 
casemo - 2004
