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Ruiz Miguel a hombros de sus compañeros y cuadrilla por la calles de La Isla. Foto: Eva Morales
Emotivo adiós a los ruedos de Ruiz Miguel en su tierra
18 Julio 2015Se lidiaron toros de los hierros de José Luis Pereda y La Dehesilla, cómodos y parejos, y deslucidos en gran parte por su falta de celo y raza. Quinto y sexto, los mejores. La plaza tuvo dos tercios de entrada en los tendidos.
Francisco Ruiz Miguel, oreja y oreja.
Juan José Padilla, dos orejas y oreja.
David Galván, dos orejas, y dos orejas y rabo.
Emotivo fue el adiós de los ruedos de Ruiz Miguel, y qué mejor sitio que en su tierra, ante sus paisanos. Tras pasear la oreja, con el público puesto en pie, se fue a los medios y allí su hijo le cortó la coleta. El torero de San Fernando fue sacado a hombros por sus compañeros de terna y demás profesionales del toreo, que lo pasearon en volandas por las calles de La Isla.
Una oreja cortó Ruiz Miguel en el primer toro de la tarde, un ejemplar noble aunque escaso de fuelle, con el que el torero gaditano estuvo muy templado en una faena en la que hubo detalles, siempre por encima del toro.
Otra paseó del que posiblemente sea el último toro de su carrera vestido de luces. No fue fácil el de Pereda, con tan sólo medio viaje en su embestida. Pero Ruiz Miguel tiró de su casta y raza y le extrajo dos tandas meritorias sobre la diestra. Le brindó la faena a su mujer, presente en una barrera.
El segundo de la tarde no fue un toro nada fácil, reservón, rajado… Pero se topó con un Padilla muy entregado, que se sobrepuso a las circunstancias con decisión. Una estocada que tumbó al toro sin puntilla desató el clamor en el tendido. Dos orejas.
Se honró el refrán de que no hay quinto malo y este segundo de Padilla, fue un buen toro, noble y de enorme juego. Lo aprovechó el jerezano, que estuvo a gusto en una faena muy ligada y en la que corrió la mano con temple y mando. La espada limitó su premio a una oreja.
David Galván también desorejó a su primero después de una faena en la que se mostró muy por encima de un toro manso que acabó rajado y agarrado al piso. Decisión y voluntad del torero de La Isla, que fue premiado generosamente por sus paisanos.
Galván toreó muy bien de capa al sexto, un toro como el resto de sus hermanos, noble pero con el motor justo. En la muleta, Galván extrajo las pocas tandas que tenía, toreando con gusto y suavidad. Se paró pronto el toro y el torero tiró de recursos. Mató de gran estocada. Dos orejas y rabo.
Luis Rivas
Galeria fotográfica de Eva Morales