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José Maria Manzanares
Triunfo de José María Manzanares en la segunda de feria de Mont de Marsan
21 Julio 2016Mont de Marsan (Francia) Toros de Núñez del Cuvillo, discretos de presentación y de muy variado comportamiento. Los mejores, el segundo y, sobre todo, el tercero, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Sin raza ni fuerzas, el primero; descastado y difícil, el cuarto; soso y apagado, el quinto; y deslucido el sexto. La plaza se llenó en el segundo festejo de feria.
Enrique Ponce, silencio y oreja.
José María Manzanares, dos orejas y ovación.
Thomas Dufau, oreja y palmas.
El diestro José María Manzanares cortó dos orejas y salió a hombros en el segundo festejo de la feria de la ciudad francesa de Mont de Marsan, en el que tanto Enrique Ponce como el local Thomas Dufau pasearon un trofeo cada uno.
A Ponce le correspondió en primer lugar un "cuvillo" muy justo de todo y que se vino abajo enseguida en la muleta, y con el que el de Chiva no pudo pasar de los detalles sueltos.
El cuarto fue otro toro difícil, aunque este por su áspera actitud defensiva y su manifiesta falta de casta. El mérito de Ponce fue no desistir nunca y, a base de técnica e inteligencia, acabó obrando el milagro de hacer embestir a un toro de lo más remiso y complicado. Labor sincera y emocionante del valenciano, que quedó en una solitaria oreja por faltarle mayor contundencia con la espada.
Manzanares cuajó una primera faena de excelso argumento artístico frente a un toro también de muchísima calidad y nobleza por los dos pitones. El toreo del alicantino fue tan bello como hondo, limpio y cadencioso, con el empaque y el aroma como aderezo a una labor rubricada también a la primera con los aceros, lo que le granjeó el doble trofeo.
El quinto, en cambio, fue todo lo contrario, un toro soso y sin entrega alguna, con el que Manzanares estuvo voluntarioso y entregado en un trasteo que no fue a ninguna parte por lo poco que aportó el "cuvillo".
El francés Thomas Dufau demostró muy buen nivel frente a su extraordinario primero, un toro de acometidas prontas, alegres y llenas de clase al que cuajó una excelente labor de notable temple, aplomo y pulso por los dos pitones. Faena compacta y siempre a más, que, al final, fue recompensada con una sola oreja por culpa de su mala espada.
El sexto fue un toro complicado con el que el joven Dufau anduvo tan afanoso como discreto en lo artístico. EFE

