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Triunfal y dantesco espectáculo, indulto incluido, en Herrera del Duque
15 Agosto 2017Herrera del Duque (Badajoz) 14 agosto. Festejo nocturno. Seis toros de José Luis Iniesta, bien presentados, nobles y manejables en general, pero justos de fuerza. El mejor, el quinto, de nombre "Esparraguero II", número 15, que fue indultado. La plaza registró algo más de media entrada en los tendidos.
Antonio Ferrera, oreja, oreja tras aviso, y dos orejas y rabo simbólicos.
Ginés Marín, ovación, dos orejas y dos orejas.
Noche triunfal y accidentada la de hoy en Herrera del Duque (Badajoz), con Ginés Marín y Antonio Ferrera en la puerta grande, éste último al indultar un toro que tardó más de una hora en ser devuelto a los corrales, un hecho con final de lo más dantesco y que eternizó el espectáculo.
DEL ÉXTASIS AL ESPERPENTO
Cuando un torero está en estado de gracia, como lo está Antonio Ferrera, el malo lo ve regular, el regular bueno, y el bueno a secas, como fue el quinto, lo hacen excepcional, llegando a conseguir, como en este caso, incluso el indulto.
Pero más que por merecimiento total del toro, al que no se le apretó por abajo ni se le ligaron los muletazos, fue más por el estado de ebullición en el que el extremeño puso a los tendidos acompasando su faena con los acordes de la música, tanto en los solos de trompeta como en el pasodoble tocado al unísono por toda la banda.
Eso sí, el toreo había sido arrebatado y barroco, toreando al natural (sin ayuda) con ambas manos para deleite del público. Antes había clavado rehiletes junto a su banderillero Miguelin Murillo. Todo un espectáculo.
Aunque con lo que no se contaba fue con la odisea que supondría devolver el toro a los corrales, trámite que alcanzó más de una hora. El toro se resistió a entrar solo, ni con los bueyes, ni por el callejón, y acabó derrumbado y casi ahogado por la acción de la soga que se le colocó alrededor del cuello. Por suerte se recuperó -casi resucitó- y el sexto pudo saltar al ruedo.
También tuvo enjundia su labor al que abrió plaza, poniendo Ferrera la sal que le faltaba a su oponente, que quería más que podía. Su trasteo al tercero de la tarde, al que banderilleó junto a José Manuel Montoliu, tuvo menor entidad y escaso acierto con el descabello, a pesar de lo cual le fue concedido un trofeo.
Ginés Marín intentó justificarse con actitud y entrega, pero le faltó pegada. Su primero se derrumbaba con frecuencia y no se rebosaba por ningún pitón. La faena fue larga pero no brillante, destacando la voluntad ante un oponente poco lucido, pudiendo haber abreviado justificadamente.
Tampoco cabe destacar nada más allá del aseo en su segundo, un ejemplar al que le faltó fuelle y con el que terminó arrimándose para cortarle dos generosas orejas.
Tras la odisea para devolver el toro indultado, Ginés Marín cerró festejo brindando el toro a Ferrera, destacando de nuevo sus ganas de agradar, a pesar de la falta de entrega y calidad del de Iniesta. Lo mejor llegó en la contundente estocada final. EFE