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Manzanares cierra Las Colombinas con una puerta grande
03 Agosto 2010Huelva. Último festejo de la Feria de las Colombinas. Más de tres cuartos de entrada. Se han lidiado toros de Jandilla y uno (4º) de Vegahermosa, desiguales de presentación y juego.
Enrique Ponce, ovación tras petición y ovación tras aviso;
Sebastián Castella, ovación con saludos y aplausos
José María Manzanares, dos orejas y oreja.
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Dos toros -primero y tercero- de Jandilla y cuatro de Vegahermosa, del mismo encaste y casa ganadera, correctos de presencia y de juego variado. El mejor, el bravo tercero.
Enrique Ponce: estocada (ovación) y pinchazo, media y descabello (ovación tras aviso).
Sebastián Castella: dos pinchazos y media caída (ovación); y estocada caída (ovación)
José María Manzanares: estocada casi entera (dos orejas); y estocada (oreja).
En cuadrillas, saludaron Javier Ambel en el segundo, Curro Javier y Luis Blázquez en el tercero, y éste último con Juan José Trujillo en el sexto.
La plaza tuvo más de media entrada en tarde de calor.
MANZANARES PRENDE LAS COLOMBINAS
Enrique Ponce pasó prácticamente desapercibido en la tarde. Con su primero, un toro con casi seis años y que le planteó muchas dificultades, estuvo correcto con la mano derecha, y sin llegar a acoplarse al natural. El animal, además, se acabó muy pronto y el valenciano, viendo que su labor no tomaba vuelo, cortó por lo sano.
En el cuarto, que se "rajó" a las primeras de cambio, puso mucha voluntad Ponce, pero se estrelló con las condiciones de su oponente, que acabó desesperando al torero.
Castella rayó a buen nivel en su primera faena que inició por estatuarios, y que tuvo continuidad con varias series en redondo de buena factura. El toro, como el resto de sus hermanos, se apagó enseguida, lo que aprovechó el francés para firmar un epílogo en la distancia corta muy a modo. Lo malogró todo con la espada.
En el quinto comenzó su labor sentado en el estribo para seguir, como en su anterior trasteo, toreando en redondo. Sin embargo, esta vez no hubo el mismo acople por lo que aquello no llegó a transcender igual.
Manzanares cuajó una sensacional faena con ambas manos a su primero, un animal bravo que fue de menos a más, y al que instrumentó bellísimas series por el lado derecho, de muletazos hondos y de especial aroma. Al natural no bajó el diapasón, con pases largos y profundos de gran calado. Acabó su labor con magníficos ayudados por alto. Mató a la primera y paseó las dos orejas.
En el que cerró plaza, un toro apagado, anduvo voluntarioso y fue capaz de sacarle pases sueltos de exquisito trazo, que le valieron otro trofeo. EFE