Quito.9 febrero. Festival Toros y gallos por la libertad. Llenazo. Se lidiaron novillos por este orden de Triana, Vistahermosa y Peñas Blancas y dos sobreros provenientes de la ganadería de Vistahermosa, de juego dispar.

El Fandi, oreja y saludos;
Sebastián Castella, aplausos y dos orejas y rabo, y
Martín Campuzano, aplausos.

Con un lleno hasta la bandera, en el cincuentenario Coso de Iñaquito y, en una hermosa noche, se realizó el festival denominado “Toros y gallos por la libertad”, ante el atropello que se desea realizar en nuestro querido país. Cinco novillos de las ganaderías de Triana, Vista Hermosa, Santa Coloma y Peñas Blancas de buena presentación, tres astados bravos (1°, 4° y 5°), el tercero difícil y, el segundo que no permitió el lucimiento de su matador.

David Fandila “El Fandi”. Una oreja y dos orejas
Sebastián Castella. Ovación y dos orejas y rabo
Martín Campuzano. Ovación.

La participación de varios gallos de pelea, que se presentaron en parejas para realizar lo que ellos llaman “un toque”, dio comienzo a esta reunión tan especial y esperada, donde debían reunirse todos quienes nos sentimos afectados con la pregunta que se desea presentar en la consulta popular. El grito de “libertad, libertad” se escuchó durante las cuatro horas que duró el festival, gracias a que el mejor hincha taurino ecuatoriano como es “San Pedrito”, cerró la llave del cielo, justamente sobre la plaza de toros pues, al igual que otros días anteriores, la lluvia se mantuvo constante en la ciudad.

Alumnos y profesores de la Universidad Técnica de Cotopaxi, presentaron una comparsa sobre el toro de pueblo y la participación de los habitantes de la serranía ecuatoriana. Luego ingresaron los “chagras” (gente del páramo a caballo); y, terminó esta presentación previa, con el desfile de los jóvenes amantes de la fiesta brava. Todos quienes participaron, recibieron sonadas ovaciones del respetable que, en un número de más de 15.000 personas, abarrotaron el coso taurino, que una vez más, demostró la gran iluminación que posee.

En la parte taurina, David Fandila “El Fandi” recibió a un buen novillo de la ganadería de Triana, demostrando las maravillas que se puede realizar con un capote, al instrumentar verónicas, chicuelinas y lucidos remates. Una buena vara y, un quite por chicuelinas dieron paso al primer tercio. Como ya es costumbre, estuvo excepcional con las banderillas, habiendo colocado el primer par al cuarteo, el segundo desde los adentros y, el tercero al violín. La ovación del respetable, no se hizo esperar. Con la muleta estuvo muy bien, ejecutando bien dibujados derechazos y molinetes con la misma mano, pero de hinojos. Una estocada recibiendo y un golpe de descabello pasaportaron al burel. Una oreja como premio a su laborle concedió Usía.

Su segundo enemigo fue un buen novillo de Peñas Blancas, que fue regalo de Citotusa. Estuvo muy bien con el capote, donde nuevamente sus lentas verónicas, sus apretadas chicuelinas y sus remates de rodillas, levantaron a los aficionados de sus asientos. Una buena vara y un hermoso quite de Campuzano por chicuelinas, dieron término al primer tercio. El primer par de rehiletes colocó el diestro gallando de espaldas, el segundo par desde los adentros y, el tercer par al violín, en medio de la locura de los espectadores que lo ovacionaron intensamente. Dos derechazos de hinojos levantaron una gran ovación pero, a continuación, el susto levantó a los espectadores, cuando el astado levantó al diestro sin consecuencias. La faena fue con la mano derecha pero, algo hizo con la izquierda. Ante la fijeza y la nobleza del astado, hizo algunos desplantes de rodillas. Un pinchazo sin soltar y una entera un tanto caída, finiquitaron con la vida del novillo. Dos orejas recibió el diestro, en medio del beneplácito del respetable.

El primer astado de Sebastián Castella fue lo peor del encierro pues, no permitió el lucimiento del diestro, pese a su gran voluntad. Fue un novillo de Vista Hermosa, al que le instrumentó lentas y templadas verónicas y, apretadas chicuelinas jaleadas por el público. Una vara recibió el astado y, se quedó y no se le podía dar ni un capotazo más. Con dos pares de banderillas se cumplió con el segundo tercio. Con la muleta porfió todo el tiempo, con la mano derecha y la izquierda pero, el peligro de este quedado animal, no permitió nada adicional. Una estocada casi entera, pasaportó al bicho. Una ovación premió la voluntad del diestro francés.

Otro novillo regalado por Citotusa, fue su segundo enemigo. También correspondió a la ganadería de Vista Hermosa y, a diferencia de su primero, se trató de un gran novillo, que permitió que el público convierta al coso de Iñaquito en un manicomio. Estuvo torero y artista con el capote, al instrumentar lentos y templado capotazos, dibujando hermosa verónicas y grandes y apretadas chicuelinas, con una lentitud increíble. La cerrada ovación y el grito de “torero, torero” se escucharon en el ambiente. Un picotazo para mantenerlo en mejor forma física, dio paso a uno de los tercios de rehiletes de mayor lucimiento que hemos visto en esta plaza quiteña. Castella llamó a sus alternantes a cubrir este tercio. El Fandi colocó un gran par al cuarteo, Campuzano hizo lo propio con un apretado par al violín y, el diestro de turno, colocó el tercero, citando desde largo en todos los medios, al quiebro. Era un manicomio en ese momento y, los gritos de “toreros, toreros”, se escuchaba junto a las sonoras ovaciones. Con la mano diestra, demostró el enorme poder que tiene en sus muñecas y, lo templado y lento que ejecuta cada pase con la flámula. No se quedó atrás con hermosos naturales, que hicieron vibrar a los aficionados. Remató su faena con dos circulares invertidos, jaleados por los presentes y, un espadazo terminó con la vida del astado. Ante el pedido del público con sus pañuelos y, el conocimiento de Usía, recibió como premios, las dos orejas y el rabo.

A nuestro compatriota Martín Campuzano, le correspondió un novillo de Santa Coloma. Un astado difícil y peligroso. Con el capote instrumentó varios verónicas que fueron jaleadas por los aficionados, mientras se escuchaba el grito de “Ecuador, Ecuador”. Una buena vara recibió el novillo. Con apenas un par de rehiletes, terminó el segundo tercio. El brindis fue emotivo, ya que lo hizo a todos los subalternos y monosabios ecuatorianos, en momentos difíciles para fiesta brava. Para, al final, entregar su montera a un famoso dirigente del fútbol ecuatoriano, señor Esteban Paz. El astado levantó al diestro ecuatoriano pero, ventajosamente, no pasó a mayores. Su faena la realizó con su mano derecha, instrumentando buenos derechazos, recibiendo la ovación de su público. Se lanzó sobre los morrillos para matar al animal y, estuvo pesado con el estoque. Una ovación cerró su presentación.

El Fandi y Castella salieron en hombros por la puerta grande pero, el aficionado no dejará de conversar, lo que significó toda la presentación de este festival por la libertad.

Opinión y toros