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Oreja para Roberto Blanco en Santander

Roberto Blanco

Oreja para Roberto Blanco en Santander

21 Julio 2012

Santander. Primera de la Feria de Santiago 2012. Novillos de Baltasar Ibán, bien presentados y buenos en líneas generales,

Gómez del Pilar, palmas y silencio;
Raúl Rivera, vuelta al ruedo y aplausos y
Roberto Blanco, vuelta al ruedo y oreja.



Sin dilación ni rodeos, anoten el nombre de Roberto Blanco. Novillero con picadores para más señas. Según rezan los programas de mano, salmantino de cuna. Triunfador del festejo inaugural de la presente Feria de Santiago de Santander. Cierto es que únicamente paseó una oreja del novillo de Baltasar Ibán que cerró plaza, pero bien pudo cortar hasta tres trofeos. Si no lo hizo fue por su deficiente manejo de los aceros, de la espada y del estoque de cruceta, frente al primer utrero de su desigual lote.

Fijo, pronto, alegre, encastado y de acompasado son el tercero, novillo de notable fondo y enclasada condición al que Blanco lanceó de salida por mecidas verónicas y galleó por ceñidas chicuelinas, hasta colocar al “ibán” frente al varilarguero de turno. Tomó el utrero un solitario y cumplidor puyazo, dudo que el piquero le metiera las cuerdas, en el que apenas se empleó, pero del que no huyó. Retiradas las cabalgaduras, el toro se desplazó tras los capotes con gran calidad. Por ambos pitones. Tras un comienzo por estatuarios, una trinchera y un pase de pecho de remate, Blanco se dirigió a los medios y ofreció la larga distancia a un astado al que, en principio, condujo a su altura, en la línea recta y sin apretar. Administrado un inteligente tiempo muerto, el salmantino embarcó y templó las acometidas en el engaño y profundizó los gobernados derechazos, rubricados de un hermoso pase de pecho. Llegó entonces el toreo con la mano izquierda. Tras un primer encuentro, lo justo para sincronizar el ritmo de la franela a los viajes del animal, Roberto Blanco cuajó una colosal tanda de naturales. Sometidos, ralentizados, hondos. Acusó el “ibán” tan tremendo esfuerzo. Quiso entonces Blanco volver a empujar las embestidas por ambos pitones antes de dibujar cuatro sinceras manoletinas, tras las que falló con los aceros. Adiós a las dos orejas. La vuelta al ruedo, unánime, supo a poco.

El sexto fue un “torete” cornicorto, bajo de manos, musculado y bien rematado del cuarto trasero, que no galopó de salida, se empleó con poder, que no con entrega, en varas y, tras sentir el primer par de banderillas, huyó a tablas despavorido. Como alma que lleva el diablo. Desenmascarado el manso, el animal comenzó a esperar y apretar en los embroques a los banderilleros. Difícil tarea a la que Blanco no volvió la cara. Asentado en la arena, Roberto propuso diferentes recursos técnicos sin conseguir su principal objetivo, romper hacia adelante los arreones del manso. Los hay que tienen su lidia. Aunque tardo, afligido y reservón, el novillero permaneció en la cara de su oponente hasta que este le castigó con una voltereta sin consecuencias. Percance menor que descubrió el fondo mayor de un novillero que en esta ocasión, sí logró dejar una estocada entera. Tan fulminante su efecto, como la unísona petición de trofeo. Si bien el presidente pareció resistirse, tampoco tardó en caer una merecida oreja demandada por aclamación popular.

Quien no exhibió su mejor cara en Cuatro Caminos ayer tarde fue Gómez del Pilar, novillero que pareció acusar las consecuencias del grave percance sufrido en el ruedo de la Maestranza de Sevilla. Aunque Noé reapareciera el pasado 5 de julio en Pamplona, es evidente que la herida moral está por cicatrizar. Incómodo, ligero de pies y falto de convicción, Gómez del Pilar se tapó con el primero en el orden de lidia, un novillo blando, rebrincado y pelín descompuesto frente al que nada llegó a concretar. Más opciónes pareció ofrecer su segundo, un astado justito de raza y de limitada entrega, sin evidentes complicaciones con el que Noé volvió a naufragar. En esta ocasión de modo más evidente. Por si fuera poco manejó la tizona con desacierto, provocando que un reducido sector del respetable le recriminara tímidamente su desconfiada actitud.

Completó terna Raúl Rivera. Enfundado en un deslumbrante terno azul pavo y oro, el toledano evidenció sus limitaciones en el manejo del capote. Ya se sabe que coordinar los dos brazos resulta más complicado que torear con una sola mano. Vibrante banderillero, lució con las frías frente al quinto por reunidos y ajustados. Con todo, Rivera se mostró más seguro y firme en el transcurso de los últimos tercios, los de muleta.

Y eso que el segundo acusó el fuerte puyazo recibido en su único encuentro con el caballo de picar. Desangrado y atrancado del cuarto trasero, el de Baltasar Ibán abrió en exceso sus embestidas, lo que propició que se saliera de las suertes. Sobre todo por el lado izquierdo. Raúl Rivera no abusó del un astado. Corrió la mano con solvencia y mató de estocada atravesada. Frente al quinto, desfondado y noble, el novillero porfió con convencimiento y un lógico punto de atolondramiento. Alardeó en la corta distancia y, de no ser por un inoportuno pinchazo, hubiera tocado pelo.

eldiariomontañes.es



 






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