Málaga. Dos tercios de entrada. Toros de Alcurrucén, el sexto con el hierro de "El Cortijillo", justos de presentación y mansos en general.

Enrique Ponce: pinchazo hondo y estocada corta (ovación tras aviso); y pinchazo, estocada corta y dos descabellos (silencio).
Salvador Vega: media trasera y diecisiete descabellos (silencio tras dos avisos); y media estocada, diez descabellos, suena el tercer aviso y el toro tiene que ser apuntillado en el ruedo (pitos tras tres avisos).
Miguel Ángel Perera: estocada desprendida (oreja tras aviso); y pinchazo, media estocada y descabello (silencio).

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del ex alcalde de Málaga, Cayetano Utrera Ravassa.

PERERA, LA CARA; Y VEGA, LA CRUZ

Perera cortó una oreja del primero de su lote, con el que anduvo muy dispuesto y solvente para sacar el poco jugo que tenía un toro con poco recorrido. Así pudo ligar muletazos por el pitón derecho, aunque los naturales tuvieron que ser de uno en uno. El final con circulares, subió el listón de una faena rubricada con una estocada desprendida.

No pudo redondear su actuación Perera en el sexto, un toro manso y reservón, de comportamiento incierto, ya que lo mismo daba arreones que se paraba a mitad de embestida. Por eso, y tras mostrar su voluntad de agradar, el extremeño no tuvo más remedio que abreviar.

Enrique Ponce reaparecía tras su lesión de abductores. En primer lugar le correspondió el toro más noble de la corrida, aunque en el límite de las fuerzas. El valenciano quiso estar estético y vistoso, en una actuación a la que le faltó continuidad y rúbrica con los aceros.

Su segundo tampoco fue un buen toro, y Ponce no pudo mostrar su habitual seguridad y solvencia en una faena simplemente aseada y que concluyó precipitadamente ante la desesperación del matador por las adversidades presentadas por su oponente.

La cara más amarga de la corrida la vivió el torero local Salvador Vega, que tuvo que presenciar cómo el segundo toro de su lote tenía que ser apuntillado en la plaza tras escuchar los tres avisos.

A Vega le correspondieron dos toros muy deslucidos por mansos, ante los que se mostró muy por encima de las circunstancias, con una gran disposición a pesar de la imposibilidad de lucidez. Sin embargo, en ambos casos anduvo muy desacertado con el descabello.