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Tarde aburrida con toros sosos
22 Mayo 2009Las Ventas (Madrid). 16ª de San Isidro. Lleno de 'No hay Billetes'. Tres toros de Fraile Mazas, (1º, 3º, 5º), desiguales de presentación.Dos toros de Valdefresno (4º y 6º), fuerte y serio. Un toro de José Luis Marca (2º bis), descastado.
Juan Bautista, leves pitos y silencio.
Miguel Ángel Perera, ovación con saludos y silencio.
Alejandro Talavante, silencio en ambos.
FICHA DEL FESTEJO
TOROS:
Cinco toros de Nicolás Fraile. Los jugados de pares, con el hierro de Valdefresno. Los impares, con el de Hermanos Fraile Mazas. Y un sobrero -2º bis- de José Luis Marca, que dio buen juego. Ofensiva la corrida de Fraile, con tres toros últimos muy descarados. De desigual nota en el caballo, fue corrida problemática: andarín el primero, apagado el tercero, no se empleó un incierto cuarto, fogoso pero a menos el quinto, manso de pésima nota el sexto.
ESPADAS:
Juan Bautista, de marengo y oro, silencio y algunos pitos.
Miguel Ángel Perera, de bermellón y oro, saludos y silencio tras un aviso.
Alejandro Talavante, de azul marino y oro, silencio y silencio tras un aviso.
INCIDENCIAS:
La sombra del torero de la Puebla y de su tarde del jueves se deja sentir. Complicada corrida de Valdefresno. Valoración menor del esfuerzo del torero extremeño.
CRÓNICA DEL FESTEJO
Perera, el primero que paga el síndrome de Morante
Estaban enlotados los seis toros de Nicolás Fraile en dos mitades: en una, los del hierro de Valdefresno; en la otra, la del de los Fraile Mazas. Los valdefresnos se soltaron en los turnos pares, pero el segundo de la tarde, el de mejores apuntes en el caballo y, sobre todo, en la salida del caballo, fue devuelto por claudicar. Muy rigurosa la decisión. Contra costumbre del ganadero, no vino pareja la corrida. La desigualaba con su sola presencia el sexto, un pavo muy ofensivo, ventrudo y cargadísimo de culata y pechuga, que hizo demasiadas cosas de manso. Y de principio a fin: de pelearse con genio del caballo, volver grupas en plena faena y hasta irse al paso cochinero. Gran borrón.
La segunda mitad de corrida salió armada hasta los dientes: cornalón un cuarto veleto, que fue un toro con toda la barba; y no tanto pero no le anduvo lejos un quinto, que, armónico el tipo con su cuajo, lucía un clamoroso balcón, dos puntas afiladísimas. Tanto uno como otro sacaron el frío son tan clásico en el encaste Atanasio y eso complicó las cosas. No fueron nada sencillos ninguno de esos dos toros. Más deslucido que complicado el sexto que se iba de manso.
En comparación con los rigores de cuarto y quinto, particularmente inciertos uno y otro por la mano izquierda, los otros dos toros de corrida, los de los hermanos Fraile Mazas, parecieron casi dóciles. Fueron manejables. Pero el primero, que saltó la barrera antes de varas con estilo felino, se puso muy andarín. Y costó tanto embrocarse como rematar el muletazo. También el tercero estuvo a punto de saltar la barrera y llegó a empercharse en el listón cimero, pero no pasó por encima. Manso de escupirse del caballo, castigado con palmas de tango, dolido, frenado, la lengua afuera, tuvo esa rara nobleza que tanto dan los toros de sangre Lisardo. La mostró incluso en dos parones.
Los cinco toros de Nicolás Fraile fueron, en fin, de mutante conducta. Los ataques del quinto en la distancia por la mano derecha fueron notables pero muy pocos; sólo siete y siete sólo las embestidas francas y rebosadas del primero. No se empleó el cuarto salvo en la media altura y sin darse. No fue, por tanto, esa corrida densa y de grave conducta tan clásica en Valdefresno. Y sí fue, en cambio y en conjunto, la más ofensiva de cuantas van de feria. Muchos de los que estaban en el coro se habían quedado colgados del toro de Juan Pedro Domecq que el jueves dejó para siempre consagrado a Morante. Y fueron no pocos quienes esperaban de nuevo canela en rama. Y no. Un sobrero de Marca jugado de segundo bis, castaño, cinqueño, tocado y armado por delante, embastecido por la edad pero bien rematado, fue, en contraste con los espinosos valdefresnos, toro de claro aire. De otra manera. La faena de Morante promete ser de efecto dominó para el resto de la feria. Esta corrida de sólo el día siguiente fue la prueba. La serenidad de Talavante, valeroso y relajado, no se tuvo en cuenta. Tampoco el cumplido y sincero arrojo de Perera con el quinto de corrida. Estuvo en onda distante Juan Bautista. Competente lidiador, entregado de verdad tan sólo en los siete doblones con que ahormó al primero de la tarde. Pero sin determinación para tirar de recursos en el manejo del incierto cuarto. Hábil para enterrar estocadas tendidas. Poca cosa.
Perera y Talavante libraron un amago de combate en quites en el toro de Marca. Talavante quitó por lances a la valenciana desangelados, despegados y enganchados; Perera replicó arrebatado con tres gaoneras y dos valencianas francamente buenas. Ganó el asalto Perera pero fue victoria pírrica, porque el toro de Marca había avisado con durar lo justo. Llegó a sentarse y casi echarse al décimo muletazo. Perera estuvo más firme y poderoso que inspirado, no soltó siempre toro en las tandas cosidas o ligadas, se plantó encima cuando menos aire tenía ese toro. Con el quinto arriesgó en dos tandas traídas de largo, ligadas, mandonas, enjaretadas, de lindo ajuste y mano baja. Pero sólo dos tandas. Machacón, Perera se empeñó en seguir cuando ya estaba el toro despellejadito. Un empacho. No hostil el ambiente con Perera, pero sí refractario. Y gélido con Talavante, que, firme y estático, trató con suavidad a sus dos toros. No siempre la suavidad es temple.
(COLPISA, Barquerito)