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Sebastián Castella
Sólo una oreja para Castella en una mansada de Victoriano del Río en Albacete
14 Septiembre 2013Albacete. Toros de Victoriano del Río, bien presentados, mansos y broncos en líneas generales, a excepción de primero y quinto, que "se dejaron" algo más. Pitados los arrastres de cuarto y sexto. La plaza se llenó en tarde nublada y de temperatura agradable.
José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo, estocada y dos descabellos (ovación tras dos avisos); y media y descabello (bronca).
Sebastián Castella: media tendida y tres descabellos (palmas tras aviso); y estocada trasera y tendida, y descabello (oreja tras dos avisos).
Alejandro Talavante: cuatro pinchazos y estocada (pitos); y tres pinchazos y media (bronca).
INGRATITUD ANTE EL ESFUERZO
Ya se sabe aquello de tarde de expectación se torna en decepción. El cartel más rematado de la feria en cuanto a toreros y ganado, al final, no resultó. La corrida de Victoriano del Río, extremadamente mansa, fue la gran culpable de un fiasco de tarde en la que, en lo positivo, se registró la mejor entrada de la feria.
De Morante sólo puede destacarse tres verónicas de postal al que abrió plaza, toro mansurrón al que instrumentó una faena de detalles y adornos de especial aroma, dentro de un conjunto sin estructurar del toro.
En el cuarto, toro bronco, de cortas y muy descompuestas embestidas, no pudo hacer nada a pesar del empeño que puso en todo momento. El público le dedicó una injusta bronca al término de su labor.
Castella anduvo toda la tarde firme y valiente con un lote de escasas opciones. A su primero, al que le costaba horrores seguir los engaños, le recetó algunos pases sueltos por ambos pitones en una labor tan esforzada como larga.
Cortó una oreja del quinto, el astado más toreable del envío pero sólo por el pitón derecho, al que toreó con aplomo y mucha serenidad.
A Talavante le tocó bailar con la más fea. Y no sólo porque sorteara el lote más infumable del encierro, sino porque tuvo que soportar la ingratitud de unos tendidos que la tomaron injustamente con él.
Con el tercero, primero de su lote, no le quedó otra que abreviar ante la imposibilidad de armar faena; y al sexto, un manso de solemnidad que salía huyendo nada más presentarle la muleta, corrió mucho Talavante detrás de él pero sin poder pegarle ni un solo pase. EFE