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22/08/05 Redacción |
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Toros. Seis de "El Torreón" con kilos y desiguales de presencia. Una corrida mansona y manejable a excepción del excelente quinto de la suelta, que fue indultado. el puerto. La fiesta, inexorable, seguía en el ruedo mientras Ponce, el que manda en esto, pagaba el tributo de sangre al resultar cogido por su primero. La primera figura en la cama y el más modesto, borracho de triunfo, transportado al otro cielo a golpe de muñeca, disfrutando del éxtasis de un triunfo clamoroso. Sangre de verdad era la que le manchaba la media a la altura de los gemelos de la pierna izquierda a Ponce pero no fue bastante para que el torero, pundonoroso, se dejara el toro vivo. Una hazaña de Ponce matar ese toro con una cornada grave y cojeando. El toro lo cogió en los primeros compases, casi por sorpresa, inesperada e inevitablemente porque estaba todavía por definir para la muleta y había acudido con suavidad pero sin romper, a los primeros muletazos . Mal principio, en el primero de la tarde, a las primeras de cambio y con los toreros como diciendo ¿Si a este un toro le mete para adentro en El Puerto de Santa María con una corrida de El Torreón, qué va a ser de nosotros? Pues nada, Jesuli indultó un toro, El Cid tuvo la llave de la puerta grande con dos orejas, El Boni estuvo supertorero y eficaz toda la tarde -vino a sustituir a El Jocho en la cuadrilla de El Cid y echó una peoná importante, Alcalareño lo bordó pareando al igual que El Melli y el tercero Tomás Loreto, que puso la plaza en pie en el quinto cuando se la jugó, el toro esperando, y el pitón le rozó los golpes de la hombrera. O sea, una tarde completita con ese Jesuli de Torrecera consagrado ya en el Puerto de Santa María con un nuevo triunfo, importantísimo.Luciendo al toro, citándolo a veinte metros y aguantando, embarcando, templando, llevando y ligando una barbaridad. Una tarde para saborear, para dejar recuerdo y para sacar enseñanzas provechosas. La primera es que el quinto toro, indultado, "Liviano" , número 129, de 540 kilos, castaño y nacido en octubre de 2000, del hierro de El Torreón propiedad de César Rincón, era indudablemente un toro de vacas. ¿Pero era de indulto?
Era un toro de vacas en términos de afición pero no era un toro de indulto en cuanto a los requisitos legales de ser de bandera en los tres tercios. Dejémoslo así, ese es el rumbo que ha tomado la fiesta y van a venir muchos más indultos en esta plaza. Pero el que indultó al toro fue Jesuli de Torrecera. Lo bordó por los dos pitones, mejor el toro por el derecho que por el izquierdo. Con decir que a mitad de la faena ya estaban sonando las palmas por bulerías... Las maneras del torrecereño son infalibles. Ya en su primero conectó muy bien con el público y cortó una primera oreja a base de firmeza y decisión. Fue un toro que lanceó vibrante, que derribó en varas y al que quitó por navarras. Lo poco que tenía ese toro dentro lo sacó Jesuli moviéndose muy toreramente, con sentido escénico, por la arena y por el pitón potable, el derecho. Cortó una oreja. Con el toro indultado, faena sinfónica de largo, aguantando y moviendo los engaños con temple, la muleta a dos dedos de los pitones, metiendo los riñones toro y torero. Un toro de vacas y un torero de cartel. El Cid abrió la puerta grande con una oreja de cada uno de sus toros. Muy profesional en su primero sacando el máximo partido de un toro que no tragó al natural y que tuvo muy pocos pases. En su segundo, cuarto, de nuevo con clase al muletear con un toro probón con mucho mejor pitón derecho. El que cerró plaza fue a por el torero, reservón y midiendo.
Ganadería: Seis toros de El Torreón. Bien presentados. Encierro encastado y complicado sobre todo primero, segundo y sexto. Tercero y cuarto, manso. Quinto bravo, noble y con movilidad, siendo indultado. Pelea en varas. Por orden de salida pesaron: 540, 565, 540, 525,540 y 580 kilos. Espadas: Enrique Ponce, de celeste y oro. Pinchazo, media y descabello. Gran ovación, pasando a la enfermería en brazos de sus banderilleros. Manuel Jesús El Cid, de verde oliva y oro. Estocada suficiente, oreja. Pinchazo sin soltar y estocada, oreja. Estocada, silencio. Jesuli de Torrecera, de verde billar y oro. Pinchazo hondo y descabello, oreja. Le concedieron los máximos trofeos tras indultar al segundo de su lote. Incidencias: Casi tres cuarto de plaza. Saludaron en banderillas al carabeño y Julio López en el segundo y Tomás Loreto y El Melli, en el quinto. El toro indultado de nombre Líbano, marcado con el número 129 y de pelo colorado, fue devuelto a los corrales tras una fuerte ovación. Presidió el festejo con acierto Ignacio García de Quirós, asesorado por José Gutiérrez Feria y el veterinario Alejandro Soto. Enrique Ponce fue asistido de una herida por asta de toro en el tercio medio de la pierna derecha con herniación de masa muscular de unos diez centímetros con trayectoria ascendente que interesa a tejidos celular-cutáneo y rotura de masa muscular del sóleo y gemelo interno. Se le interviene con sedación general y anestesia local bajo protección antibiótica. Pronóstico grave, fue trasladado a una clínica de Jerez. Cara y cruz de la Fiesta como cierre de temporada. Nadie se esperaba lo que aguardaba el encierro de El Torreón, que en líneas generales, dieron emoción y variado en el juego pero con matices. Hubo toros complicados, otro que se dejaron por un lado, otros que se rajaron en la faena de muleta y un bravísimo animal que salió en quinto lugar de nombre Líbano de 540 kilos que era una máquina de embestir al que le entendió a la perfección Jesuli de Torrecera que cuajó una faena fundamentalmente sobre el pitón derecho emocionante, con series de trazos largos y profundos. El jerezano lo entendió y fue capaz con arrojo, seguridad e inteligencia de templar series de muletazos, corriendo bien la mano y rematar con pases de pecho de pitón a rabo. Fue de esas faenas que calan y tienen la expresión del sentimiento y del buen toreo en grado superlativo.
FERNANDO CARRASCO - ABC - Sevilla
Cayó en El Puerto Enrique Ponce. Y es
que el mes de agosto tiene estas cosas. Hasta el torero que más
fácil ve los toros, que sabe sacarle el partido dependiendo de sus
condiciones, no se libra del percance. Aconteció en el que abrió
plaza, un toro de El Torreón distraído de salida. Comenzó la faena
por alto, templado y sin tirones. Fuera de las rayas de picadores,
le dio sitio. El toro se arrancó de improviso y le ganó la acción.
Sorteó Ponce la embestida y se puso para un segundo muletazo. Se le
vino encima y se lo echó a los lomos. Cayó el torero, que se
incorporó de inmediato. Pero de su pantorrilla derecha manaba sangre
oscura. Le hicieron rápido un torniquete por encima de la rodilla.
Estaba herido, mas siguió en el ruedo e incluso intentó torearlo al
natural. No pasó a la enfermería hasta que no lo finiquitó. Hasta
para eso hay que ser figura. |