LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  15 -  20 de Mayo  2005    (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan José Zaldivar)

 LA PSICOLOGÍA DEL TORO DE LIDIA -I-

      
     
En el estado anímico que refleja sentido ya es hora de admitir nuevos conceptos o definiciones, de aceptar que en el toro bravo -como  ya se ha hecho en tantos otros animales superiores, por no decir en todos los seres vivos, lo mismo en los que viven en el medio acuático que terrestres-, existe muchas veces una  clara capacidad para el aprendizaje y actuar, consecuentemente, según su  grado de bravura; es decir, un toro aprende en relación inversa a su  bravura. Los verdaderamente bravos tienen su capacidad de aprendizaje muy reducida y difícilmente desarrollaran sentido, aunque se les toree más de una vez (1) Desde este extremo psíquico hasta las  reacciones del  toro manso que rehuye y que al final acepta la pelea en la último tercio, dejándose torear, hay todo  un abanico de variadas respuestas conductuales, de carácter o comportamiento algunas de ellas verdaderamente desconcertantes. Montes ya admitía gradaciones, desde el toro simplemente avisado hasta el marrajo o pregonao, para él, propiamente  de sentido, experimentando y sabio, de peligrosísima lidia…

             Lo brevemente señalado y cuanto resta por decir tiene su base en la complejidad del encéfalo del toro y de sus funciones psíquicas, órgano supremo que estos animales es poco voluminoso, pero ello no le impide desarrollar las más variadas funciones de relación propias del eslabón evolutivo que han alcanzado. Sea como fuere se trata de la psicología del toro bravo actual, de los fenómenos psíquicos que presentan, lógicamente diferentes a los  que continúan en estado silvestres. Sin  embargo, unos y otros, los seleccionados escrupulosamente para la lidia, como los segundo, antes de llegar a un enfrentamiento, realizan los mismos movimientos y miradas, actitudes arrogantes, amagos  de acercamientos y  retrocesos, bramidos, etc., dando la impresión de que miden a distancia sus fuerzas y  programan las estrategias que van a seguir, con admirable cautela.

             Y dentro de ese fascinante  mundo de la psicología de toros de lidia, especialmente cuando están en libertad, se presentan hechos que nos hacen otorgar al toro una inteligencia muy superior a un eslabón elemental –inteligencia elemental la de muchos políticos de nuestro tiempo-, entre ellos, el que se den situaciones semejantes a los enfrentamientos étnicos humanos, en diferentes hatos, por ejemplo, de vacas. Veamos. Si a la hora de crear un rancho bravo, se agrupan vacas de diversa procedencia en un determinado potrero, permanecerán siempre en grupos separados las provenientes del mismo origen. Es más, hasta podemos hablar de que hay diversas clases sociales, que ellas mantienen con  todo rigor; hasta tal  punto, que las vacas bravas criadas en cortijos donde la presencia del hombre es permanente, jamás se mezclan con otras que se hayan criado de forma silvestre. Y esa conducta diferencial étnica la manifiestan sus terneros, conservándose por varias generaciones. Comprobar este fenómeno es algo muy digno de reflexionar y es tema que abordaremos en su día en toda su sorprendente dimensión.

             Ya han pasado más de 250 años que el célebre picador y escritor don José Daza dijo: No nos engañemos, señores racionales, que he llegado a consentir que ésta es una de las  altísimas providencias del autor divino como lo es que esta especia de fiera –el toro bravo- no tenga lo que la entendamos nosotros, y que sólo ellos se la entiendan como también entienden mucha parte de la nuestra; sin que nos deje duda la  experiencia en los ejercicios que nos sirven reteniendo en su memoria los nombres que a cada uno les ponemos, y los que damos a los movimientos, que han de ejecutar en obediencia nuestra, sin que jamás ni nunca haya podido la hinchada fantasía del mundo y sus escuelas construir ni  averiguar una ni ninguna de las frases con que ellos se entienden…

             En el terreno aún más fascinante del comportamiento amoroso hay que destacar la presencia de actos verdaderamente singulares. El tema es tan extenso y profundamente interesante que nos permitimos invitar al lector interesado a visitar las páginas de la publicación: Enciclopedia del toro de lidia. Una hermosa pasión: Los Toros bravos, en la que, como por ejemplo, los  capítulos 3, 4 y 5, nos  describen aspectos hasta entonces   desconocidos de los fenómenos psíquicos que se dan en tan singulares seres vivos.

             Así,  pues,  la vida psíquica y social del toro de lidia, está ricamente integrada por toda una serie de fenómenos psicológicos, incluye una notable capacidad de atención y de recuerdo, de memoria asociativa, de sentimientos, pasiones, expresiones e inclinaciones, dentro de los fenómenos afectivos, todos los cuales desembocan en la necesidad de aceptar que existe en ellos una inteligencia más que elemental, misma que mediante selección están convirtiendo   al toro actual en babosas comerciales, que hacen posible los alardes artísticos de la lidia actual, en detrimento de la emoción y el  patetismo que han venido manteniendo hasta hace poco tiempo el interés de la mayoría de los aficionados y que no  podrá recuperarse a base de toros grandes, cornalones y exteriormente desproporcionados.

             Pero aún debemos señalar que, dentro de esa capacidad de muchos toros para desarrollar sentido, sagacidad y malicia, en definitiva, para aprender y realizar actos de reflexión y respuestas intelectivas, semejante aprendizaje llega hasta en el uso de sus armas,  de su cornamenta. Hayan sido lidiados o no, es muy común que muchos toros desarrollen  más habilidades por un lado u otro en el uso de un cuerno que en otro. Este hecho es más palpable en las hembras que en los machos. En este sentido podemos recordar lo siguiente:

             Recuerdo haber leído que en un tentadero al que asistían los hermanos Gallo, en los principios de la carrera triunfal de Joselito, al rematar Rafael un quite por el lado izquierdo fue acosado y acuchado por la becerra. Al entrar al suyo Joselito, le advirtió a su hermano el riesgo de pararla por aquel lado. José no la paró, pero remató por el mismo sitio. Alguien intentó después enmendarle la plana parando al hacerle el remate por el lado derecho, pero fue volteado por la becerra, que mostraba aún más sentido y sabiduría al embestir por aquel lado. Fue cuando Joselito explicó:

             Yo bien sabía que la becerra buscaba por el lado izquierdo; pero, sin necesidad de experimentarlo, estaba seguro de que buscaba más por el derecho. Toda res que nunca  ha sido toreada debe –más no siempre- hacer una pelea sencilla y clara. No tenía duda de que la becerra había sido toreada alguna vez, y ello no podía  haber sido más que en el herradero. Suelen ser niños los que en ellos lo hacen, y a éstos se les arregla mejor capotear por el lado derecho. Por eso deduje que, por mal que estuviera la becerra por el lado izquierdo, estaría peor y más toreada por el otro.

1) Tal fue el caso, entre otros muchos, de Libertado, de don Vicente Romero y García, que fue lidiado en Jerez de la Frontera (Cádiz) el (22-12-1864), siendo aún utrero y desechado de tienta. Pese a ello tomó 36 varas, mató seis caballos y fue indultado por su bravura e impresionante nobleza, tanta tenía que confundió al propio ganadero, dejando a la vez al descubierto la poca fiabilidad de la tienta. Devuelto a la dehesa, estuvo padreando tres años. Se le volvió a lidiar en Cádiz, ya bien madrigado y ocho años de edad, el (16-05-1869) y se manifestó igual que la primera vez, por lo que no aprendió nada y su carácter fue idéntico.

           

Volver

casemo - 2004