LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  20 -  24 de Junio  2005    (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan José Zaldivar)

 El dominio científico-técnico de la bravura (Resultados)

                                

Esperar la llegada de resultados, es decir, estar presente en las plazas los días que se lidiaron toros, que fueron muchos, especial-mente en México, que habían sido sometidos a la tienta química, no era nada que digamos agradable, pues podía ocurrir lo más inesperado: que un toro varias veces tranquilizado y manoseado, hubiese aprendido y pudiera provocar algún accidente mortal a un diestro. Todo comenzó a ser diferente cuando con motivo de presentar una ponencia en la III Semana Internacional del  Toro de Lidia, celebrada en septiembre de 1965 en Salamanca, uno los ganaderos presentes en la conferencia, don Alipio Pérez-Tabernero-Sanchón, aun sin acabar de dictarla, nos dijo: Tiene Ud. la dehesa de Matilla de los Caños para realizar cuantos ensayos desee. Desde entonces, hasta el año 2000, se han realizado centenares de pruebas, especialmente para seleccionar sementales, con resultados extraordinarios. Lástima que cada nueva generación de jóvenes científicos, como pasa con  los hijos de cada familia, no sirva con demasiada frecuencia para nada, los consejos de sus padres nacidos de la valiosa experiencia acumulada, y todo parece como si volviese a comenzar.

 Y así, el (16-09-1965), durante la celebración en la ciudad de Salamanca de la citada  III Semana Internacional del Toro de Lidia, se realizaron históricamente en la dehesa charra de Matillas de los Caños, propiedad de don Alipio Pérez Tabernero, las dos primera tientas químicas de toros de lidia, novedoso procedimiento alcance de muy pocos profesionales.  El hecho sucedió así: Este autor, ponente en dicha Semana, desde la grupa del caballo del mayoral, le inyectó a distancia una dosis de tranquilizante a Cocinero, de la citada ganadería salmantina.

  El temor cundió en el numeroso grupo que observaba, cuando pasados unos minutos, echamos pie a tierra y nos fuimos caminando hacia el primer astado que se había programado tranquilizar, hacia Cocinero. No caminamos mucho trecho porque el toro, como queriéndonos reconocer, se acercó, aparentemente de forma peligrosa, pero antes de llegar se detuvo. Los más valientes del grupo se fueron acercando y a cierta distancia rodearon en parte al toro, fue cuando le tocamos y acariciamos... y luego algunos de los presentes, aunque presos del lógico miedo, pues el animal los miraba fíjamente. Aquellos minutos debieron ser inolvidables para muchos y más cuando hicimos que el toro se arrodillara delante de todos. Resultó tan bravo y noble, que se dejó acariciar a campo abierto por decena de personas, permitiendo que se sentara y levantara a nuestro antojo. Lo sucedido apareció en grandes titulares en la Prensa de Salamanca.

 A la vista de los resultados don Alipio dejó de manifiesto su deseo de que en días sucesivos, volviésemos a tranquilizar nuevamente a los dos toros, para ver si se dejaban «hacer lo mismo.» Cada vez mostraron el mismo carácter. Es más, en cada nueva ocasión, se manifestaron hasta más cordiales, si cabe la  expresión. Fue la primera vez y la última que se realizaron tranquilizaciones a distancia sin fines curativos ante numerosas personas, gracias al gentil apoyo que prestó don Alipio  Pérez-Tabernero Sanchón. Donde quiera que Dios felizmente le tenga, reciba nuestro agradecimiento. Nos permitimos hacer una llamada al lector aficionado, para que reflexione sobre lo que llanamente llevamos expuesto, pues nunca se habían realizado en el campo Charro pruebas científico-técnicas de semejante envergadura y con tan fascinantes resultados, del que se guardaron recuerdos muchos años.

 Al finalizar exitosamente aquellas primeras pruebas en Matilla de Los Caños (Salamanca), acordamos con  don Alipio esperar unos meses para lidiar los toros a puerta cerrada en la plaza de Salamanca. El criador, lógicamente, quería evitar así que si se lidiaban -después de Cocinero se tranquilizó un segundo  toro-, en una plaza pudieran sacar a relucir algún resabio indeseado, que  pusiesen en peligro la vida de algún diestro. Como el ganadero era muy amigo de su paisano, el matador Luis  Segura, le comentó lo sucedido con los toros y éste se comprometió  a lidiarlos. Y así, el (07-02-1966), en la plaza de toros citada salió por la puerta de los chiqueros el primer astado tranquilizado en Matilla de los Caños. El toro fue extraordinario y el poco público asistente le concedió a Segura las dos  orejas y rabo.

 El matador, ya reunido con los asistentes, le dijo, mirando al ganadero salmantino: Ya puede quedar bien claro en la conciencia de los ganaderos salmantinos que esos nuevos procedimientos no perjudican la bravura ni las otras cualidades de los toros de lidia, pues este toro no tuvo defectos. El toro fue muy bravo y don Alipio recibió muchas felicitaciones, y las experiencias realizadas demuestran que el tratamiento médico a distancia de los toros de lidia, en bien de su sanidad, en nada perjudica su integridad física y temperamental.

 El domingo (20-02-1966), en el Diario de Salamanca, este autor publicó un reportaje titulado: La última palabra de la ciencia sobre el dominio del toro de lidia, agradeciéndole a los ganaderos salmantinos el apoyo prestado para la coronación de aquellas investigaciones, especialmente a don Alipio Pérez Tabernero. La última información la recibimos en una carta afectuosa que nos envió el ganadero a Sevilla, relacionándonos todos  los  pormenores de la pelea tan brava y noble que sostuvo Cocinero.

El matador gaditano Francisco Rivera (Paquirri) vivió otra experiencia similar a la de Luis Segura, ambos desgraciadamente desaparecidos, pero no el abogado y torero Victoriano Valencia, del que recibimos las mayores atenciones, testigo excepcional de lo que seguidamente narraremos. Aquel día, anterior a la corrida, llegamos a Villena (Alicante) y antes del mediodía fuimos a  los corrales a ver los toros. Entre ellos estaba  Palmero, que al hablarle nos reconoció…, pero había mucho público y no quisimos despertar sospechas. Al día siguiente, representando  a la  ganadería de don Manuel García Fernández-Palacios, nos fuimos directamente al patio  de caballos, minutos antes de comenzar el festejo, cuando Francisco  Rivera (Paquirri) estaba orando en  la  Capilla de la plaza. Esperamos que saliera,  le saludamos  -¡vaya saludo!- y  comentamos  sobre el toro que lidiaría en segundo  lugar.

 A Francisco le dijimos,  con toda sinceridad, que ese toro, llamado Palmero, estuvo escayolado 45 días, para reducirle una fractura en la extremidad anterior izquierda. Para el tratamiento hubo necesidad de tranquilizarlo en cinco ocasiones; estamos seguros que es un animal muy  noble y bravo, al  que puedes cortarle las orejas y el rabo, pues cada vez que le tranquilizamos se dejó acariciar y la última vez, al quitarle  los apósitos, se manifestó como si fuera un buen amigo. El rostro del torero de Barbate (Cádiz), lógicamente, mostraba cierta contrariedad y más aún al decirle que habíamos sometido a Palmero a una tienta química.., asegurándole que podría arrimarse bien, hacerle el teléfono o lo  que quisiera, antes de estoquearlo, que no  le pasaría nada…

 No quedó Paquirri muy conforme. Sólo había que estar dentro de su ánimo. Y es que aquella conversación resultó  insólita, inaudita, que una persona se dirija a un torero, al cuarto  para la cinco, y le diga: El toro que vas a torear en segundo lugar, le he acariciado cinco veces en el campo. El día que le quitamos el  yeso, estando el animal en pie y en fase de recuperarse de la anestesia, nos sentamos delante y bajo su cabeza, dándonos los  morros sobre nuestra entonces  incipiente calva.  Aquel último encuentro médico duró más de una hora y cuando estaba ya recuperado, nos retiramos a unos cinco metros de él y el animal se venía caminando hacia donde estábamos, deteniéndolo con nuestras manos. Una y otra vez nos apartábamos y Palmero volvía recto, sin cabecear, sin hacer extraños, como agradecién-donos que lo habíamos curado… así que el toro “Palmero” que vas a lidiar es muy noble y bravo.

 No es de extrañar que  Paquirri se quedara perplejo, sobre todo si se toma  en consideración esa especie de presagios y supersticiones ocultan que envuelven esas   asolapadas angustias, íntimas, anteriores a la salida del primer astado al ruedo. Pero llegado el momento, Paquirri salió para cumplir admirablemente, ofreciendo a los espectadores una magistral lección de buen hacer, desde que se presentó en los medios a recibir capote en mano a Palmero, que ese día cumplía los seis años  de edad, llevando más de  600 kilos de p. v., una verdadera catedral bravura y nobleza. En el primer tercio no se le notó la soldadura ósea, embistiendo por tres veces al caballo con poder y cuando llegó la hora de iniciar el último tercio –no podía borrar de la mente el compromiso contraído con el diestro paisano- lo hizo dominándolo y sereno, arrojó la muleta lejos del burel, le agarró los dos pitones por las mazorcas, le besó la frente y, unos instantes después, estoconazo   hasta los rubios: dos orejas y rabo… que entregó a este autor, seguido de un abrazo, a un metro de un burladero, dentro de la plaza (7).

 De los miles de aficionado que estaban en la plaza aquella tarde nadie sabía la importancia  histórica, científica, práctica y humana de lo sucedido. Sólo dos personas privilegiadas: Francisco Rivera (Paquiri) y Victoriano Valencia, . Después, varios periodistas quisieron informarse, pues notaron cosas extrañas. En la  portada de ABC de Madrid del siguiente día apareció  a toda plana y a color, una imagen en la que aparecía en todo su tamaño  el hueso de la extremidad con la  soldadura ósea.

 Es importarte decir esto porque pasan los años y aparecen nuevas generaciones de jóvenes científicos que, con verdadera ilusión quieren abrirse camino en el conocimiento del toro bravo, en querer saber sobre la  bravura y muchas otras cosas… pues que sepan de los que ya somos viejos e incursionamos en senderos desconocidos para la ciencia veterinaria y, concretamente, en la del toro bravo. Si además, todo  esto se pone al alcance de los aficionados, desde esta mítica ciudad de El Puerto de  Santa María, mucha más satisfacción.
 

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casemo - 2004