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Octavio García
El ganado desluce el festejo en la corrida del aniversario
06 Febrero 2014México, D.F.- Plaza México. Decimoctava corrida de la Temporada Grande y aniversario 68 del coso. Tres cuartos de entrada (unos 32 mil espectadores) en noche agradable, con ligeras ráfagas de viento. Siete toros de Fernando de la Mora (el 6o., como sobrero sustituto de uno manso, y el 7o. como regalo), todos en tipo, pero de poco juego en su conjunto salvo el 6o., que tuvo transmisión.
Pablo Hermoso de Mendoza: Palmas en su lote.
Joselito Adame (sangre de toro y oro): Palmas, silencio y palmas en el de regalo.
Octavio García "El Payo" (blanco y plata): Silencio y ovación.
Destacaron en banderillas Juan Ramón Saldaña y Héctor Rojas, que saludaron en el 2o. y en el 5o., respectivamente.
En el marco de una noche de aniversario marcada por la poca casta de los toros de Fernando de la Mora, Octavio García “El Payo” brindó los momentos más relevantes ante el sexto, que fue el único ejemplar que en realidad se prestó para el lucimiento, y si el queretano no tocó pelo fue por no estar certero con el acero.
Este ejemplar en realidad era el primer sobrero, pero saltó al ruedo al ser devuelto el titular debido a su mansedumbre y a un posible defecto en la vista. El ensabanado de Fernando de la Mora terminó por romper en el tercer tercio (luego de ser picado con tiento) y se movió con alegría ante la muleta de Octavio, que comenzó toreando por derecha en series muy bien ligadas y llevando templadas cometidas del ejemplar, atemperándolas con la suavidad en sus muñecas.
A destacar la colocación de El Payo entre pase y pase, pues reponía el terreno justo para volver a embarcar, el cual era apenas de un pasito. Importante fue, sin duda, el inicio de faena, pues se dobló con torería y sentó una estructura que después rindió sus frutos. en el terreno artístico.
El tema iba a más cuando El Payo decidió tomar la sarga con la izquierda y probar, cual debe ser, al toro por los dos pitones. Sin embargo, el burel le protestaba por este perfil y tenía escaso recorrido, llegando incluso a desarmarlo. De esta forma, el queretano volvió por el camino derechista y alargó el trazo en un par de redondos que le fueron jaleados, aunque el trasteo ya no alcanzó a recobrar la intensidad de las tandas iniciales y el toro, además, vino a menos.
Bonitos adornos antes de tirarse a matar, suerte para la que le costó perfilarse pues el toro se distraía con los movimientos desde el callejón. El pinchazo esfumó la oreja que seguramente iba a pasear, pero el público le reconoció con sus aplausos y lo sacó a saludar desde el tercio.
Su primero fue un burel que decía muy poco, pues acudía a los engaños sin emplearse y no transmitía mayores sensaciones. Ante éste, que fue el toro más gordo de la corrida, Octavio optó mejor por abreviar al no hallar mayores posibilidades de lucimiento.
Joselito Adame volvió a demostrar el alto nivel en el que se encuentra, aunque sus esfuerzos se estrellaron delante de un lote poco menos que imposible, así como uno de regalo. Sin embargo, gracias a su técnica y al sitio envidiable que atesora, logró por momentos sacar “agua de las piedras” y regalar pasajes de interés.
Su primero tenía escasa codicia y transmisión, así como una embestida deslucida. Con base en llevarlo bien empapadito y siempre con ese pulso tan especial, extrajo algunos derechazos importantes, aunque sin que el trasteo lograra despegar mayormente. A su segundo lo recibió auténticamente a portagayola, pero después el tema no cobró mayores alturas debido a que el ejemplar no tenía prácticamente un pase.
Con deseos de triunfo, regaló un toro de la misma procedencia y el tema no resultó diferente, pues el de Fernando de la Mora fue complicado. Adame lo recibió a portagayola y, mientras el ejemplar ya se estaba quedando parado, cuajó el muy gustado quite por zapopinas. Así pues, y ante un toro muy agarrado al piso, el hidrocálido anduvo siempre voluntarioso. Está claro que no todas las tardes pueden ser de triunfo grande, pero en todas se puede dejar constancia del sitio importante que trae un torero… y Joselito lo hizo.
Aunque el frío resultado numérico parezca decir otra cosa, Pablo Hermoso de Mendoza tuvo una actuación interesante y plagada de oficio. Ante su primero, que tuvo nobleza aunque le faltó mayor fondo de bravura, hizo vibrar a los tendidos cuando toreó sobre los lomos de “Disparate”, a dos pistas y girando en la cara para cambiar los lados sin dejar de templar, en una espectacular suerte que ya había mostrado la temporada anterior en Europa. Certero con las banderillas largas y cortas, además de momentos muy toreros con “Viriato”,perdió una oreja al fallar con el rejón de muerte.
El segundo de su lote fue un manso perdido que continuamente se refugiaba en su querencia natural de toriles y doblaba contrario tras las suertes. Con oficio y maestría, Pablo lo fue metiendo en los caballos, consintiéndolo mucho y sacando partido de donde parecía no haberlo. De nuevo brilló con “Disparate” al cabalgar de costado, luego ejecutó piruetas sobre el valiente “Habanero” y cerró con “Pirata”, cuajando un soberbio par a dos manos. De nuevo el rejón de muerte le traicionó y se esfumó el posible trofeo.
De esta forma, el público salió de la plaza con las buenas sensaciones de los instantes positivos, aunque definitivamente también en el sabor amargo de no haber podido ver los triunfos que hoy se esperaban.
altoromexico.com

