Noticias |
José María Pastor,
Pastor "canta" otra vez en su tierra
30 Abril 2014Aguascalientes,(Méx) 29 abril. Plaza Monumental. Segunda y última novillada; octavo festejo de la Feria de San Marcos. Menos de un cuarto de entrada en tarde calurosa, sin viento. Seis novillos de Jorge de Haro, muy bien presentados, igualados de hechuras y de escaso juego en su conjunto,
Antonio Lomelín (azul rey y oro): Silencio en su lote y palmas en el de regalo.
Cayetano Ortiz (palo de rosa y oro con remates negros): Silencio y palmas.
José María Pastor (azul purísima y oro): Palmas tras aviso y dos orejas. Al final del festejo,
Pastor salió a hombros.
Dicen que el que es gallo en cualquier gallinero canta, y eso fue precisamente lo que ocurrió la tarde de hoy con José María Pastor que, en sendas actuaciones –una en la “San Marcos” y otra en la monumental–, demostró que los contratos se ganan en el ruedo, tarde a tarde, y más aún, con una actitud de novillero que agradó al público.
Y así, con alegría, ambición y carisma, el hijo de César, aquel torero de corte clásico y sólida tauromaquia, cautivó a todo mundo porque no sólo se dio el lujo de intentar muchas cosas, sino de torear con cabeza, sin que su verdor fuera impedimento para mostrarse.
Hay que considerar, en este sentido, que José María apenas tiene cuatro novilladas en su haber –incluida ésta–, de tal forma que todavía mayor mérito tuvo haber lidiado al lote más hecho de la tarde, compuesto por un novillo cárdeno claro y otro colorado, que ofrecieron el juego más desigual del bien presentado encierro de Jorge de Haro.
En ese primer ejemplar de su lote, Pastor banderilleó en todos los terrenos, conectó con la gente y se afanó en someter las huidizas embestidas de un novillo que le había pedido el terreno de las tablas. Fue ahí donde le robó una excelente tanda de naturales, acosándolo para obligarlo a tomar la muleta, en una demostración de que tiene facilidad a la hora de manejar la tela con la zurda.
Aunque la faena fue intermitente, porque el novillo anduvo por distintos terrenos, la gente percibió la actitud de Pastor y así dejó el ambiente caldeando para que las cosas le favorecieran en la lidia del sexto, un novillo-toro, como solían decir antes, que acudió a los cites con una gran transmisión y un buen pitón izquierdo.
En los medios fue cuando consiguió las mejores prestaciones del de Jorge de Haro, al que se enroscó por la faja con entrega, utilizando bien la cintura, y apretando los muslos con un trazo limpio y torero. Así fue como cautivó al público, con esa frescura propia de un chaval que quiere evocar las páginas de calidad de su dinastía.
Aunque a veces el novillo le apretaba, nunca descompuso Pastor la figura, pensaba serenamente en la cara y hacía las cosas con pausa, escuchando siempre lo que su gente le decía desde el callejón.
A los adornos finales se sumaron unas manoletinas que antecedieron una estocada en lo alto, de limpia ejecución, en la que se pasó hasta le rabo en medio del júbilo del público que no tardeó mucho en pedir las dos orejas con fuerza. Y dio la vuelta al ruedo feliz, mostrando esa amplia sonrisa y la satisfacción de haber estado a la altura de un compromiso que aprobó con nota alta.
Seguramente este triunfo le abrirá nuevas puertas, y ojalá que siga en la misma línea, porque en José María Pastor, Aguascalientes tiene nuevo y prometedor novillero.
Antonio Lomelín sorteó un primer novillo un tanto flojo pero manejable, con el que estuvo aseado y frío. Parece como si no quisiera seguir avanzando en la profesión para perfilarse a una alternativa postinera. Y no obstante que resolvió con valor y oficio cuando el de Jorge de Haro comenzó a defenderse, su actitud no fue la más indicada si consideramos que se trata de un novillero puntero.
El cuarto se agarró al piso y se puso violento, y no había forma de obligarlo a embestir, hecho que justifica que haya intentado hacerle más faena. Y cuando quiso apretar, con el de regalo, un novillo cuya presencia contrastaba demasiado con el trapío de los de Jorge de Haro, fue demasiado tarde.
En esa faena realizó un buen quite por caleserinas, escaso balance de una actuación de poco relieve.
Cayetano Ortiz se esforzó delante del quinto, que fue un novillo reservón que se refugió en tablas. El novillero francés le buscó las vueltas con más ánimo que a su primero y alcanzo a darle algunos muletazos meritorios. Mató de pinchazo y estocada y escuchó palmas de aliento a una tarde en la que ya había mostrado cierta disposición ante un novillo dócil y deslucido.
Así terminó la segunda y última de feria, en la que hubiese sido muy interesante ver a Diego Emilio, uno de los triunfadores de la temporada de la plaza “San Marcos”, mismo que ahora tendrá que ser paciente.
altoromexico.com