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Sebastián Castella
Manizales: Oreja para Castella en tarde de sobreros
11 Enero 2015Sebastián Castella: silencio y 1 oreja.
Luis Bolívar: silencio y silencio.
Alejandro Talavante: silencio y silencio.
La bolsa de valores se derrumbó en caída libre y la corrida de hoy en Manizales entró en recesión. Los toros se cayeron, aparentemente por falta de fuerza, las acciones de los toreros se fueron a la baja y el rostro del accionista mayoritario, el ganadero, se hundió en una profunda depresión.
El primero mostró insistentemente su debilidad. Su reemplazo, el primer sobrero, porque fueron cuatro, también tuvo problemas para asentar las pezuñas tras una voltereta. El segundo inicial se cayó en las primeras verónicas y al que entró de suplente le dieron una lidia sin hostigamiento para que pudiera terminar el mandato. El cuarto y el sexto también fueron cambiados. El orden de salida se alteró, no se sabía si iba a salir Abólico, que se anunció tres veces, o Desteñido, o si el turno era para Monje. Y debieron echar mano de dos sobreros que no estaban en la nómina y que andaban rumiando el sábado festivo.
El público se manifestaba en la plaza pública y la presidencia derrocaba toros para darle gusto, la mayoría de las veces con evidente razón. Salían los suplentes y luego de la respectiva presentación en público, en la que mostraban su codicia, extrañamente se caían y amargaban la función.
Los toreros se incomodaron. Castella se salió de cas(t)illas, Chopera enviaba notas de protesta, Bolívar, tenso, recurrió a las vías diplomáticas, Talavante se declaró neutral, mientras César Rincón establecía conversaciones a todo nivel sin tener una explicación clara qué ofrecer. Si la tuviera, hace rato hubiese corregido un problema que hace varios años lo atormenta y que ha tenido más diagnósticos que la pobreza en Colombia. Que la alimentación, la finca, la consanguinidad, la baja en los precios del petróleo, la apertura neoliberal, la toreabilidad…
Sebastián Castella, como pudo, logró construir faena, en medio de una confusa mezcla de estilos, ritmos y formas. Tuvo el gesto técnico y las ganas de sumar series inesperadas y de hacer crecer el número de acometidas de un toro de Achury que también se llegó a caer. “En cumplimiento de sus deberes constitucionales y legales”, que en este país es saltarse la constitución (el reglamento taurino), el presidente lo premió con la vuelta al ruedo.
Luis Bolívar tuvo el gesto de dedicarse a auxiliar a cojos y enfermos, ofreciéndoles muletas para que pudieran caminar mejor. Y Alejandro Talavante, que había pasado desapercibido en su primero, vendió la imagen de lidiador que a ratos también cojeó, pues, en una de las series, ambos, él y el otro sobrero de Achury al que pusieron a trabajar, se rompieron en una seguidilla de muletazos que dejó la sensación de que, como en el sistema financiero, todo pudo ser mejor.
Lo cierto es que en la gran depresión todos perdemos: las empresas y la confección de sus carteles, César que tiene otro problema que enfrentar, la fiesta que tiene en él un referente incuestionable, los periodistas que debemos esforzarnos para encontrar la mejor manera de contar tanta metida de pata: los toros y sus crías.
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