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Tarde de silencio en Las Ventas. Rodríguez pierde por la espada. (video resumen)
30 Agosto 2009
FICHA DEL FESTEJO
TOROS:
Seis novillos de Hermanos Domínguez Camacho, muy bien presentados, de variadas hechuras. Tercero y cuarto dieron muy buen juego. Se vino abajo afligido el sexto, molido en duro puyazo. Bondadosos los dos primeros. Rebrincado y manejable el quinto.
ESPADAS:
Juan Ortiz, de Ubaté (Cundinamarca, Colombia), nuevo en Madrid, de azul mahón y oro, silencio tras un aviso y vuelta protestada.
Fernando del Toro, de azul prusia y oro, silencio tras un aviso y silencio.
Juan Luis Rodríguez, de grana y oro, saludos y silencio.
INCIDENCIAS:
Concurso de novilladas de las Ocho Naciones. 1ª del ciclo. Muy caluroso. 4.000 espectadores. Arranca el concurso internacional de novilleros de las Ventas. El torero de Albacete, candidato a finalista. Se aflige uno de los dos novillos. Luce con otro. Pincha mucho
CRÓNICA DEL FESTEJO
Interesante y en progreso Juan Luis Rodríguez
Doce novilleros en liza en la nueva edición del ciclo de las Ocho Naciones. No habrá esta vez representación ni de Perú ni de Ecuador. Sí de Venezuela, México, Francia, Portugal, Venezuela y Colombia. Mayoría de aspirantes españoles: seis. Dos ayer: el sevillano Fernando del Toro, de buena planta –torero y lo parece- y el albaceteño Juan Luis Rodríguez, que demostró en este asalto primer su buen oficio. De torero relativamente sólido, relativamente hecho. ¿Y absolutamente capaz? Ya se sabrá.
Juan Luis es hijo del cuerpo. Matador de toros de efímera circulación su padre y homónimo. Luego, excelente banderillero. Con el Dámaso grande, con Manolo Caballero. Buen torero. Se transmite por genes el sentido para torear. Lo tiene su hijo. De la escuela de los toreros con temple. Y un toro para probarlo: el tercero de la tarde que, protestado por claudicar pasajeramente, se vino arriba en la muleta. Y a romper con bravo brío.
En ese punto tuvo que ver un manejo de muleta distinguido: de mano baja, sin enganchones, resuelto por la mano izquierda seguro. De muletazos a veces muy largos, traídos por delante, limpio el remate. Compuesta la figura con naturalidad. Tandas ambiciosas de hasta cinco ligados. No todas igual de finas ni sentidas. Poco amante de los gestos teatrales Juan Luis. Aunque se enfadaba al rematar tandas. Se volcó el ambiente.
Interesó el novillero, que ya había toreado en Madrid un par de veces. Apuntando las dos. Mejor ahora. Sólo que no hubo ocasión de refrendar porque el sexto de corrida - amplio mozo, todo un toro, sus puntas, su cara y su cuajo- salió roto de un a vara durísima y de mucha sangre y se afligió casi a las primeras de cambio. Se echó en tablas después de dos pinchazos cobrados cuando ya estaba recostado contra ellas. El certamen selecciona tres finalistas entre los doce candidatos. Y los tres librarán pelea estimulada en una novillada de premio el 11 de octubre. Juan Luis podría ser uno de esos tres.
Habría que haberlo visto con cualquiera de los otros cuatro novillos. Vendrán a morder futuros concursantes: el portugués Daniel Nunes, el extremeño Julio Parejo, el franco-almeriense Marco Leal, el mexicano Mario Aguilar, el madrileño Javier Cortés… Novilladas de Partido de Resina (pablorromeros), Flor de Jara (antes Bucaré-Buendía, los santacolomas de Colmenar Viejo) y los núñez de Valdeolivas.
La novillada primera, de Domínguez Camacho, fue seria. Noble y buena. Poco placeado el colombiano Juan Ortiz, notable en una tanda en redondo al buen cuarto, voluntarioso con el capote, pero movido. No el colmo de la buena colocación. El toreo medio aprendido del medio muletazo agobiante. Una tanda de ayudados con la izquierda. Poca cosa. Y una estocada de fortuna más que propiamente acierto. Se dio por su cuenta una vuelta al ruedo el joven de Cundinamarca, que tenía, como todos los colombianos que torean en Madrid, su peñita de fieles en una barrera y con su bandera patria.
Fácil y ligero de pies el sevillano Fernando del Toro. Para torear en corto y sobre la inercia a un rechoncho segundo de festejo que, sin descolgar, se movía con su inercia inocente. Un esfuerzo mayor en la otra baza, con toro que, bien sometido, podía haber lucido. Nunca se sabrá. Unos lances de costado con el capote desplegadísimo llamaron la atención. Por raros. Y por cobrarlos Fernando en galleo muy torero. Fácil con la espada. Pero eso no basta en esta clase de certámenes.
Colpisa - Barquerito

