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López Simón
López Simón forma un lío y corta dos orejas en la quinta de feria en Nimes
15 Mayo 2016Nimes (Francia) Toros de Juan Pedro Domecq, el quinto como sobrero, nobles, sosos y, algunos, en el límite de las fuerzas. El más completo, el quinto bis, ovacionado en el arrastre. La plaza rozó el lleno en los tendidos
José María Manzanares, oreja tras aviso y silencio.
Alberto López Simón, ovación tras aviso y dos orejas.
Varea, que tomaba la alternativa, ovación Y ovación.
El diestro Alberto López Simón cortó dos orejas en el quinto festejo de la Feria de la Vendimia de Nimes (Francia), una tarde en la que José María Manzanares obtuvo también un apéndice, mientras que Varea saldó su alternativa como matador de toros con una ovación al término de sus dos faenas.
LÓPEZ SIMÓN, AL RESCATE
Jornada de alternativas en Nimes. Si esta mañana fue la de Ginés Marín, por la tarde le tocó el turno a Varea con una actuación técnica y de mando (más poder que estética) ante un noble toro de Juan Pedro Domecq. Pinchó varias veces y el doctorado se saldó con una ovación.
A continuación, tuvo Manzanares que sobreponerse a dos factores: las rachas de viento y la sosería de su adversario. Pudo con ambos elementos, aunque lo más impecable de su actuación fue la estocada en la suerte de recibir, algo trasera, pero de enorme eficacia que le granjeó una oreja como premio.
Con el cuarto hubo aún menos toro, pues fue un "juanpedro" inválido con el que Manzanares no pudo sino justificarse.
A López Simón le funcionan las muñecas como a un reloj suizo la maquinaria. Toda su tauromaquia reposa en las extremidades superiores, pues las inferiores las ancla en la arena y no hay fuerza, ni animal ni humana, que le haga rectificar la posición.
Su faena al tercer "juanpedro" (otro ejemplar de nobleza almibarada) terminó con tintes ojedistas, literalmente entre los pitones. El fallo a espadas le privó de cortar una oreja.
El quinto, rozando la invalidez ya de salida, terminó por romperse la mano delantera en el último tercio, por lo que López Simón quedó inédito ante el monumental enfado del Coliseo. Pidió el torero de Barajas el sobrero y, esta vez sí, armó la revolución. Y así, con él roto, pasándose al toro a milímetros, poniendo toda la emoción de la que había carecido la tarde, cortó dos orejas.
Varea aprovechó el buen ambiente dejado por Simón y recibió al sexto de rodillas. En la faena de muleta anduvo relajado y con las ideas claras desde el primer pase. Toreo de muletazo largo, rematando por detrás de la cadera, hasta que el ejemplar de Juan Pedro Domecq, también escaso de fuerza, doblegó. Pinchazo, estocada y ovación como balance final. EFE

