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¡Hasta Siempre Amigo Rojas!
08 Diciembre 2023Artículo de opinión de José Manuel Femenia Martín
Este último año nos ha dejado uno de los mayores aficionados a la tauromaquia portuense, además de amigo de servidor y otro mentor en esto del arte de Cúchares, me refiero a José Manuel Rojas Guillén, “Rojas” para los amigos y allegados. Es curioso como uno aún en alguna tertulia taurina recuerda sus sabias palabras referentes a la fiesta de los toros, y cómo a veces, miro de soslayo en algún evento taurino como si él todavía se encontrara por allí presente para volver a instruirme e ilustrarme.
Una de las espinitas que me va a quedar para siempre es no haber podido despedirme in situ de esta gran persona, pues desde que ingresó en la residencia no pude verlo más, a pesar de que tuve alguna oportunidad de acompañar a otro amigo al lugar de autos, pero no fue posible acudir, aun así, me queda el consuelo de haber compartido miles de momentos junto a “Rojas”. ¡Qué Maravilla estar presente en esas charlas taurinas en una bota de Obregón junto a un fino para brindar por la Fiesta Nacional! ¡O estar junto a Él en la cafetería El Paseíllo viendo a través de la pequeña pantalla una corrida de toros! También tuve el privilegio de acompañarle en varias ocasiones al archivo de Cádiz, para nutrirse de lo ancestral de la historia taurina portuense y gaditana. Y donde de verdad disfruté, aunque las menos veces, fue compartiendo un asiento del pétreo tendido de nuestra Plaza Real a su lado.
“Rojas” era un erudito en esto de los toros, se sabía la historia y un amplio anecdotario de la tauromaquia portuense de corrido, era un Cossío local andante, y no lo digo yo, lo dicen los dos volúmenes taurinos que ha dejado para la posteridad en esta tierra de Santa María: “Un día de Toros” y “Los Toros del Puerto siglos XVIII XIX”. Dos libros donde entre ambos recogen la primigenia y casi la actualidad del toreo tanto en lo antiguo, como en lo contemporáneo relativo a otras plazas portuenses ya no existentes, al igual que engloba al único coso en pie de nuestra ciudad de los Cien Palacios.
Es curioso saber cómo “Rojas” se hizo aficionado a los toros: Me contaba que de pequeño era muy travieso, y cada vez que hacía una trastada, su madre, como castigo lo mandaba a los toros junto a su padre. Al todavía benjamín aquello le horrorizaba, pero con el paso del tiempo podía decir que bendito castigo aquel, pues la tauromaquia acabó ligada a su vida para siempre. Recuerdo cuando hablábamos en profundidad sobre los temas taurómacos, algo que me marcó desde siempre; a pesar de que casi todo el mundo está de acuerdo en que hoy es cuando mejor se torea y el toro es más íntegro, “Rojas” me comentaba que su padre, gran aficionado, se acabó aburriendo de los toros, y dejó de ir, diciéndole a su hijo: “Rojas, el toro ya no es como antes, no es tan fiero, y las corridas de toros han dejado de emocionarme”.
Esa frase parece una contradicción con la fiesta de hoy en día, pero servidor al igual que “Rojas”, nos sentíamos bastante identificados con aquellas palabras del progenitor, pues tal vez de ahí esa vena “torista” de ambos, que muchas veces nos hacía renegar de la actual tauromaquia a veces tan comercial. Además, los dos coincidíamos en que si se inventara la máquina del tiempo para poder viajar a través de éste, no tendríamos ni un ápice de duda de que hubiéramos visitado la época Dorada del Toreo: Esa grandeza con la rivalidad sevillana como culmen, todo los encastes servían para la lidia y los figuras, Sevilla o Triana, La Macarena o El Cachorro, el toreo sobre las piernas o la quietud pasmosa, en resumen; “Gallito” o Belmonte.
“Rojas” también era un ejemplo a la hora de discernir entre toros y política, pues él se consideraba republicano y comunista, pero amaba los toros, y como verbigracia sus palabras a la hora de defender la fiesta de la tauromaquia, un ruedo democrático donde entran todos los ideales, pues al final lo que cuenta es que un hombre se está jugando la vida ante un morlaco, así que de qué sirve saber si uno vota a tal o cual, incluso en eso la tauromaquia siempre une con sensatez los polos opuestos; claro estaba que criticaba a los incultos que quieren finalizar con los toros, pero eso era otra virtud a tener en cuenta cuando uno se hallaba al lado de semejante gran persona.
Junto a “Rojas” y otros amigos hablar de toros era gozar, el tiempo no pasaba, las manillas del reloj se quedaban paradas para así dejar oír, paladear y disfrutar de esos ratitos con encanto. Las discusiones y porfías llenas de respeto no se hacían esperar entre la concurrencia, pero siempre se aprendía, cada uno aportaba desde su punto de vista, un placer, un deleite comentar tanto y tanto de toros, ya fuera de otrora época, como recién terminada una corrida de toros, cualquier excusa era buena para parlamentar sobre la tauromaquia y todo lo que deriva de ella. Cuántas llamadas telefónicas interminables a casa, llenas de bromas pero como epicentro siempre lo taurino. Aquellas mencionadas reuniones se hallaban llenas de un aprendizaje sin igual, y también de risas, e incluso de momentos tensos; cómo se anhelan y añoran, lamentablemente nunca regresarán, pero que quede más que claro, que tampoco quedarán en el olvido, sino que seguirán pululando por la mente, y sobre todo permanecerán marcadas en el corazón.
Pd: “Amigo, siempre, siempre fue un honor, y un placer para el alma departir contigo sobre nuestra pasión: los toros. Y aunque tus pensamientos no fueran encaminados hacia los ideales sacros, eras tan defensor de todas las tradiciones de nuestra tierra portuense, que soy sabedor de que la Virgen de los Milagros te ha conseguido un abono eterno en ese ruedo del cielo. ¡Hasta siempre Amigo Rojas!
José Manuel Femenía Martín.