No había que ser un lince para verlo, en un artículo que escribí allá por septiembre dedicado a esos toreros que podían dar este año el campanazo ya lo mencioné, entre otros estaban Borja Jiménez que eso sí, era una apuesta segura, Danel Crespo que por desgracia no le dieron su sitio ganado en la plaza y Damián Castaño qué venia de "casi" tocar el cielo en Bilbao con otra de Dolores Aguirre y en Madrid con un toro de Valdellan. Le dieron una en la Feria de Otoño con una de las ganaderias llamadas comerciales, por desgracia no salió como esperaba y de nuevo tuvo que casi empezar de cero. En San Isidro volvió a estar colocado en una de las duras, la de Escolar, que a pesar de no "servir" dejó pinceladas de su toreria.

Otra vez hubo de hacer de tripas corazón, alguna corrida en Francia, otras por el valle del terror y una vez más fuera de la feria de su tierra, Salamanca.

Le quedaba en la recamara el penúltimo cartucho, el último si Dios quiere lo tendrá en el desafío ganadero del duro septiembre de Las Ventas y vaya si lo ha aprovechado, ha estado hecho un "tío" ante un toro que no era un "Juampedro", uno que era duro como el solo y al que había que tragar "quina", quizás la faena más emocionante de toda la temporada, una faena cumbre de dos orejas si la espada, esa maldita espada que tantos triunfos le ha robado hubiese entrado a la primera. Gracias a Dios el aficionado de Vista Alegre lo vió, lo disfrutó y lo vivió.

Enhorabuena Damián Castaño.

Juan M Quiros