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La feria continua sin romper

La feria continua sin romper

18 Mayo 2010

Las Ventas. Tarde primaveral. Decimotercera corrida de la Feria de San Isidro. Cartel de no hay billetes. Se han lidiado toros de El Puerto de San Lorenzo, bien presentados y juego desigual..

Manuel Jesús El Cid, silencio en ambos
Sebastián Castella, ovación tras aviso y silencio
Rubén Pinar, silencio y aplausos
Manuel Montoya de la cuadrilla Pinar saludó el en sexto

 



FICHA DEL FESTEJO


Madrid. 13ª de San Isidro. Lleno. Primaveral. La infanta Elena, en una barrera, recibió aplaudidos brindis de El Cid y Pinar.
Seis toros de Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile). Corrida muy bien presentada. Notable el trapío y el cuajo. El sexto, de soberbia hondura. Dieron buen juego todos menos dos: un tercero trotón y desganado, y un quinto, flojo y protestado. Rompió el sexto con particular estilo. Se emplearon sin reservas los otros tres.

El Cid, de tabaco y oro, silencio en los dos.
Sebastián Castella, de turquesa y oro, saludos tras un aviso y silencio.
Rubén Pinar, de añil y oro, silencio en los dos.
 

CRÓNICA DEL FESTEJO


Cuatro toros muy notables de Puerto de San Lorenzo: cuajo, cara, hechuras, seriedad, formalidad, combatividad. Todo eso. Es probable que los dos primeros fueran hermanos por varias sangres. Y, si no, engañarían las apariencias. De rama distinta un cuarto cinqueño que, pese a escarbar, no se resistió ni una sola vez. Y diferente de esos tres un imponente sexto de trapío fantástico. Acarnerado, vuelto de cuerna, no descarado, gruesas mazorcas, corto de manos, ancho: la hondura.
Este sexto fue de bravo fondo. Bravura destilada en viajes humillados, en repeticiones seguras, en no dejar de ir, en emplearse sin perdonar ni una baza, ni consentir errores. Pudo haber sido, pero no lo fue, toro de tragedia. Lo lidió con seguridad Juan Rivera, que, al pretender cerrarlo a una mano y corriendo por delante, perdió pie en un mal paso. Acabó cayendo bajo el estribo al intentar meterse en la tronera. Ahí se enceló el toro, que, por veleto, no pudo hacer presa. Los momentos fueron de angustia inenarrable. Costó quitar al toro. Salió aparentemente ileso Rivera pero con el entrecejo y el cuello tintados de sangre. Y casi grogui. Pero se negó a irse a la enfermería. Fue el mayor susto de la feria.
Pero es que cuatro toros antes se había vivido otro de proporciones semejantes. Después de haber cobrado un pinchazo y no en el momento de hacerlo, Castella fue sorprendido y empalado por el segundo, que lo tuvo entre las manos y contra las sienes un rato que se hizo interminable. Castella se zafó por milagro porque, como tantos toros heridos, éste retenía a su presa como si fuera un rehén. Castella salió libre. Intacta su moral de torero de glacial valor. “Sin mirarse”, dicen los clásicos. Otro pinchazo, media trasera y toro despachado como si no hubiera sido nada.


Rubén Pinar

Pese a ser propicia por brava, no fue corrida de triunfos. Y no porque se frustrara ninguna faena por fallos a espada. El Cid abusó de los lances de tanteo y doma en el primero y lo dejó picar al relance. Castella se hizo sentir en un ajustadísimo y atrevido quite por gaoneras, tres, abrochadas con gran revolera. Pronto en banderillas, galopó el toro. Y ya no dejó de venirse. Se interpuso a ratos una brisita molesta. El Cid no llegó a acoplarse ni a templarse con el toro. Ni a gobernarlo. Ni a sentirse desbordado tampoco pese a que, a más, el toro tuvo estiradas agresivas hasta el final del combate. Una estocada trasera y tendida. Con rueda de peones.

Precipitado en el saludo en los medios, Castella estuvo a punto de ser arrollado por el segundo, que lo destocó en un empellón. Terco, el torero de Beziers insistió: tres templados lances y media buena. Castigo medido en varas, un quite discreto de Pinar por chicuelinas, pero sobresaliente la media de remate. Y una faena muy de Castella: en vertical, lacios los brazos, relajado el encaje, descolgada pero elegante y firme la figura. Sin vacilaciones, resuelto el torero. Improvisaciones de partida: la trinchera ligada con el de pecho en serie original. Temple con la derecha; ayudados con el estoque, rancios muletazos con la izquierda. Toro traído y templado por abajo. Pero se alargó. Para levantar el vuelo, plano de pronto, Castella recurrió a su repertorio seguro: toreo a pies juntos, que tuvo, antes de la igualada y después de varios rizos y péndulos, algún dibujo excelente. El pinchazo y la cogida lo taparon todo.

El tercero, cinqueño que, desganado, pegó cabezazos al trote, y el quinto, muy alto de agujas y quebrado y protestado en seguía, con contaron. Turno en blanco para Rubén Pinar, airoso con el capote a pies juntos, y para Castella, que cortó por lo sano.
El Cid le pegó al cuarto dos docenas de capotazos de los de amarrar y domar. Antes y después de varas, que fueron dos y en dosis menor. Y, sin embargo, se vino arriba en banderillas el toro y, por crudo, remató arriba cuando no vino metido ni enganchado. Un arranque de faena con cite en la distancia, y un brindis al público, pareció un compromiso. Y eso fue. Muy desigual una faena discurrida sobre la marcha, con presencia insistente del toro, que no pareció sometido del todo nunca. Por fuera en muchas bazas, pero el esfuerzo fue visible y se tuvo en cuenta. No se dejó oír el repertorio de agravios clásicos del sector luterano: “¡Se va sin torear…!”, “¡Que no…!”, “¡Estás fuera!”. Ni su coda de propina: los silbidos agrios, los gruñidos del ninguneo. Y sin torear de verdad se fue el toro. Una pasada con la espada sin hacer carne y perdiendo el engaño. Una estocada.
La letanía de agravios se la llevó casi al copo Rubén Pinar, que, decidido de verdad, se fajó con el temible sexto en una pelea de mano baja, de tocar por delante o ligar a toro tapado, de templarse en muletazos que a veces parecían de ventaja. Pelea de no aguantar impávido las reuniones que abrían tanda con el toro en tromba. Oficio para abrir al toro cuando convino y para perderle o ganarle pasos con tal de no ser desbordado. Y para llevarlo toreado por abajo las más de las veces. Entereza del torero de Tobarra, que tiene pulso y encaje. Algo agobiante el tiempo de la faena, sin pausas. No habrían estado de más. Una estocada desprendida.


Colpisa - Barquerito

Así lo vio la prensa

COPE.ES: “Murieron con las orejas puestas”. (Rafael Cabrera)
BURLADERO.COM: “Las figuras se dejan ir un corridón del Puerto en Madrid” (Mario Juárez)
EL MUNDO: “Gran corrida de Puerto de San Lorenzo” (Vicente Zabala de la Serna)
ABC: “Sin relieve en Las Ventas”  (Andrés Amorós)
LA RAZÓN: “El Puerto, corrida de cante grande” (Patricia Navarro)
 (EL PAÍS: “Un misterio indescifrable” (Antonio Lorca)
MARCA: “Una gran corrida de El Puerto” (Carlos Ilián)
MUNDOTORO.COM: “Una señora que era un señor” (Carlos Ruiz Villasuso)


 

 



 






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