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Julián López "El Juli"
2ª de la Feria del Atlántico. El Juli salda en Bayona otra cuenta pendiente
02 Septiembre 2012Bayona (Francia).Casi lleno. Seis toros de José Miguel Arroyo. Cuatro -1º, 2º, 5º y 6º- con el hierro de Toros del Tajo, y los otros, con el de Toros de la Reina. Justa de trapío, fue corrida más pareja de pintas que de hechuras y de general nobleza. De desigual condición. Dieron juego primero, segundo y cuarto. El sexto, revoltoso. Todos salvo éste, aplaudidos en el arrastre.
El Juli, de violeta y oro, una oreja y dos orejas.
Miguel Ángel Perera, de carmín y oro, ovación tras un aviso y ovación.
Sergio Flores, que tomó la alternativa, de perla y oro, dos orejas y aplausos.
Primero fue, con un bondadoso toro jabonero de Joselito, la alternativa de Sergio Flores. Impecables la pinta y la traza del toro. Fueron jaboneros cinco de los seis toros. Capricho del ganadero. Y el único tostadito, el tercero de corrida, fue chorreado en verdugo y casi atigrado. De los seis toros el de mejor son fue el de la alternativa precisamente. Sergio se estiró y embraguetó en el recibo de capa, pero pecó de cortar antes de tiempo el viaje y el lance. Después de la segunda vara El Juli quitó por delantales de manos bajas –dos- y remató a pies juntos con media de su firma. Sergio tuvo el cuajo de replicar, porque era obligada la réplica. Dos chicuelinas garbosas y una insolente revolera. El detalle de replicar con desparpajo fue significativo.
Llegó la hora de armar El Juli caballero a Sergio y Sergio tuvo el gesto de brindar el toro a toda su cuadrilla: Óscar Bernal, Romualdo Almodóvar, Pablo Pirri, Víctor Hugo y Tito Robledo. Y a su mozo de espadas y a Antonio Pedrosa, su apoderado, que tan bien ha sabido pelear por él. No ha sido sencillo para Sergio el camino: novillero mexicano en España, tres o cuatro cornadas a destiempo y serias, altos y bajos, exigencias. Pero aquí estaba: en una plaza de la categoría de Bayona, con un toro de torero ganadero o viceversa, y El Juli al aparato, con su seriedad formal y de fondo. Un lujo.
Hizo los honores Sergio con una faena de rica emoción: arranque a la mexicana con toreo por alto en distancia y ceñido, temple irregular cuando bajó la mano en dos tandas ligadas con firmeza, caro encaje al torear con la izquierda en los medios, postura aguerrida, un ataque por circulares inversos o cambiados cuando se empezó a apagar el toro, un desplante antológico. Y a la hora de rematar, por bernadinas auténticas –pendular el baile escondido de la muleta-, una cogida con voltereta que quedó en nada pero pareció mucho. Fuerte el batacazo. La reacción, admirable: recién repuesto, volvió Sergio al lugar del crimen como quien dice y volvió a ponerse en el mismo sitio y de la misma manera. Esa marca de arrojo conmovió al cónclave y volcó el ambiente. Antes de atacar con la espada, el gesto antiguo de escupirse la mano que la blandía: sobraba valor. Una estocada extraordinaria. Dos orejas.
La corrida iba a llevar, sin embargo, el sello de El Juli en deliciosa tarde: ideas, inteligencia, repertorio, variedad, cabeza, carácter, dominio de todos los palos, presencia rotunda en el centro de la escena, entrega, armazón de faena. El Juli en plenitud y pureza, tan ambicioso como de costumbre. No lo habían tratado con demasiado cariño ni en Mont de Marsan ni en Dax este año –algún torpedo alevoso contra El Juli y lo que representa, incluso una especie de campaña a la contra-, y quedaba esta baza de Bayona como última bala. La bala fue un bombardeo. Dos espectáculos redondos.
El primero de sus dos toros manseó y, suelto, quiso irse más de una vez. Tocó ir a buscarlo, encontrarlo, llevarle la contraria, sujetarlo y meterlo en el canasto. No fue sencillo pero El Juli resolvió con una facilidad llamativa. Todo pasó como Julián quiso. Un molinete de solución, una tanda con la izquierda de trágala y los obligados de pecho fueron joyas de un trabajo brillante, consumado. Una estocada trasera.
Al cuarto de corrida lo toreó de salida a cámara lenta. A la verónica: la suerte cargada con mentón en el pecho y en puente. Cinco lances soberbios. Y media. Después de la primera vara, un quite por chicuelinas, que fueron cuatro y distintas las cuatro porque quiso darse a la fuga el toro. Media verónica y otra más de la que salió envuelto El Juli a la belmontina –y casi se tropieza al pisarse el capote. El recorte con que dejó al toro plantado fue pura inspiración.
De modo que estaba anunciada la faena grande que iba a venir. El toro tuvo poquita voluntad. Una tanda de banderas en el platillo. Con pausas porque las pidió el toro; la siguiente en redondo con un cambio de mano y el de pecho; dos más en redondo como si El Juli le hubiera dado al toro cuerda; la riqueza del toreo al natural desde delante hasta el final; y, en fin, cuando se paró el toro, los rizos entre pitones, un desplante de los de columpiarse, toreo por alto de aire mexicano –Procuna, Garza- y ceñidísimo; y a su antojo dos muletazos para dejar cuadrado al toro. Media estocada casi fulminante y sin puntilla. No hubo lance sin su razón de ser. No sobró nada. Ni faltó tampoco. Ninguno de los dos toros jaboneros de esta baza tuvo el trapío o la agresividad de los últimos cuatro de la ganadería que El Juli llevaba matados en Bayona en los dos últimos años. Uno de 2011 estuvo a punto de desgraciarlo en serio. La paliza mayor que le haya nunca pegado a El Juli un toro. Por eso era obligado repetir con una de Joselito, que fue canela.
Perera se llevó un tercer toro noble pero tardo y probón. Al llegar la faena a la zona cero –Perera a lo Ojeda, en bucles de riesgo- subió la temperatura. Cuatro pinchazos, un aviso, hizo guardia la estocada. El quinto, claudicante, se fue frenando y hasta quedándose debajo por falta de impulso. Estuvo valiente Perera, pero resignado a la fuerza. La gente de Bayona tiene memoria. Se recuerda su tarde soberbia de 2011 aquí mismo. Una fama. El sexto de corrida, apalancado y revoltoso, no fue sencillo. Afanoso Sergio Flores, pero El Juli había puesto tan caro el pescado que no hubo manera.
Colpisa-Barquerito