Olga Pérez Puyana
Olga Pérez PuyanaLicenciada en Derecho, cronista taurino colaboradora de diversos medios y ex-presidenta de la plaza de toros de El Puerto. |
11 Octubre 2011
El espejo del alma.
Ni que decir tiene que lo sucedido en Zaragoza a Juan José Padilla ha sido uno de los momentos más duros que muchos de nosotros hemos visto acontecer en una plaza. Conmocionados y expectantes ante noticias nada esperanzadoras esa noche fue la del punto y seguido para la reflexión, y el tomar conciencia de lo duro de esta profesión y el apoyo más incondicional e infinito a su familia y al propio torero.
Juan José, “el panaderito” como se le conocía en sus comienzos, siempre ha tenido que marcar y basar su carrera en una eterna lucha, siempre con la coraza en mano , ha batido mil batallas ante toros nada fáciles , a nadie nos es ajeno que su carrera ha estado manchada por su sangre en multitud de ocasiones mortales de necesidad, nadie le ha regalado nada , es más sus esfuerzos le han supuesto más que ha muchos otros diestros y con otros recursos personales a flor de piel , su propia vida .
A mi mente no acude otro torero más castigado en los ruedos que él, desde sus inicios con percances graves como novillero, que estando en los comienzos siempre marcan más, hasta aquel tremendo porrazo en la portagayola que dejó su cuerpo esquelético como superviviente del holocausto y sin el bazo, nunca olvidaré ese rostro plagado de dolor a su llegada a Jerez.
A punto estuvo de rebañarle la yugular un tremendo ejemplar en Pamplona, y tuvieron que intervenir todo el batallón de santos de los altares para que pudiese contarlo.
Ahora el destino le ha vuelto a marcar, esta vez más que para siempre, en uno de sus gestos más característicos y triunfales , su sonrisa, su marca de identidad, su gesto más popular, su enorme risa triunfal en infinitas vueltas al ruedos sabiéndose triunfador sobre la muerte cada tarde .
Un verdadero gladiador de pura cepa .Su inconmensurable preparación física y mental le hace de una pasta diferente, lo de Juan José es casi extraterrestre.
Malévolo y maléfico el endiablado destino, ha retado a que en estos momentos lleve impreso en su rostro todo el reflejo de lo que es su alma batalladora, incansable, que se ha batido en el ruedo y fuera de él en los despachos, cuyo recorrido está sellado por esfuerzos y fatigas, solo compensadas por el cariño que recibe de su público, familiares y su infinidad de amigos, en estos días más presentes que nunca.
Mejor torero e insuperable persona, todo el que le conoce sabe que volverá a vestir de tesón y oro, de azabache y esperanza.
Esta vez ha tenido que bajar hasta las puertas del infierno para regresar a rozar el cielo con los dedos. Se trata de una cornada de espejo como dicen los toreros de aquellas que cuando te levantas por la mañana y te miras siempre tendrás en mente aquella tarde y aquel toro , pero en esta ocasión es el espejo de un alma construida a jirones y dolor, un fiel reflejo de la dureza del camino y la lucha por mantenerse, del esfuerzo y la ira, , de darlo todo por su público sin medias tintas , de la hombría más firme.
Merece la pena ese esfuerzo para los toreros, el tener que perder la vida para poder ganársela, y sobre todo compensar con su sangre al público que entregado pasa por taquilla y a quién nunca está dispuesto a defraudar. Un precio demasiado alto que nunca llegaremos a entender el resto de los mortales.
Olga Pérez