Toros Notables

Entrega nº 105 - Cigarrero

428.1 Cigarrero:

El burel de la ganadería española de don Vicente Martínez (*), de Colmenar Viejo (Madrid), llamado Cigarrero, tomó 16 varas de Arce, Juan de la Fuente y Sevilla, el (11-05-1857). Dio cuenta de él Francisco Arjona Herrera (Cúchares).
(*)Al tratar los “tres” toros notable de esta ganadería, lidiados en Madrid el (11-05-1862), séanos permitido una aclaración –nos decía Recortes, en El Ruedo el (24-05-1951)-, conveniente para los que como este servidor de ustedes, redacten el historial de tan notable vacada: “Siempre que de la misma se trata aparece el nombre del semental, llamado Diano, como si éste hubiese sido el que elevó la vacada al envidiable lugar en que estuvo colocada. Los que tal suponen están en un error. Ciertamente que el toro procedente de don Eduardo Ibarra mejoró el trapío, la lámina y “hechuras” de las reses colmenareñas; las hizo más suaves, más del gusto de los lidiadores –de esto nos informó en su tiempo con pleno conocimiento de causa el colaborador de EL RUEDO, señor Fernández Salcedo, ilustre descendiente de los Martínez-; pero en lo concerniente a bravura nos place afirmar, sin temor a ser desmentido, que los toros de don Vicente Martínez contaban con un abolengo de medio siglo de éxitos continuados –sin remontarnos a los tiempos de Fuentes-, cuando el novillo Diano llegó a los prados de a Sierra Norte de Madrid.
No fueron las reses de esta casa ganadera las más prodigadas en la Plaza de Toros de la Corte, tal vez por ser cortas las camadas, o quizá por ser las de más alto precio que los colmenareños; no obstante, desde el año 1857, en que don Vicente Martínez comenzó a vender toros nacidos en sus dehesas, hasta el de 1873, bien examinadas por Recortes, halló los siguientes toros de “bandera”, además de los “tres” al principio indicados (Mariposo, Morcito y Granado), cuales fueron: Cigarrero (11-05-1857), tomó 16 varas. Romito, (27-06-1859), recibió 16 varas. Rabilargo, (23-04-1860), aguantó 18 varas. Chiclanero, (01-07-1860), tomó 22 varas. Regatero, (15-07-1860), recibió 17 varas. Zafranero, (20-06-1861), aguantó 18 varas. Mellizo, (29-09-1861), recibió 19 varas. Secretario III, (10-04-1864), tomó 16 varas. Balleno, (07-09-1870), aguantó 20 varas. Ballestero, (07-09-1873), recibió 17 varas. Conste también anotar que hubo bastantes temporadas en que no se lidiaron toros de esta vacada, tal vez por los motivos antes citados. Y también en bueno reseñar que don Vicente Martínez era un escrupuloso criador y tan respetuoso con la afición madrileña, que prefería dejar de vender corridas antes que ofrecerlas en regulares condiciones. Tal ocurrió en las Fiestas Reales de 1878, en las que no se lidiaron toros suyos porno estar en aquel tiempo –finales de enero- para ser presentados ante el público de la Corte, resultando inútiles las reiteradas instancias de los organizadores de las mismas. Así fueron algunos ganaderos de antaño.

429.2 Cigarrero:
El (21-06-1857) se corrieron en la antigua plaza de Madrid toros de dos ganaderías, destacando Cigarrero, de la ganadería española del duque de Veragua XIII, que tomó 10 varas, y de un topetazo rompió los tableros y el firme; y Garboso, de la ganadería española de don Justo Hernández (después de don Faustino Udaeta), que fue muy bravo y noble, recibiendo 11 varas y matando siete caballos.

430.3 Cigarrero:

Salvador Sánchez Povedano (Frascuelo) y Antonio Carmona (Gordito) alternaron el (04-04-1870) en la plaza de Cádiz; tarde en la que José Sánchez del Campo (Cara-Ancha), que figuraba en la cuadrilla de Gordito, banderilleó al burel, de nombre Cigarrero, de la prestigiada ganadería española de don Joaquín Murube, siendo cogido y volteado, sufriendo una cornada honda y larga en la axila derecha. Como ésta y como la otra habían de ser todas las que sufriera en su vida torera. Sin embargo, a cada nueva corrida , el estado de perfección a que iba llegando subía de punto y se manifestaba un banderillero maestro, elegantísimo, preciso e inteligente hasta la genialidad. También hirió al picador Juan Gallardo. Cigarrero fue estoqueado por el diestro Antonio Carmona (Gordito), matándolo trabajosamente. Entonces, el diestro José Sánchez del Campo (Cara-Ancha), fungía en la cuadrilla de dicho matador.

431.4 Cigarrero:

El día (03-06-1877), se lidiaron en Málaga dos toros notables, de la ganadería de don Anastasio Martín: Cucharero, uno de los toros de lidia más grandes de que se tenga noticia, de pelaje negro; junto con con Cigarrero, castaño oscuro. Para dar idea de la enorme alzada de Cucharero, bastará decir que sobresalía más de una cuarta por el lomo de los restantes toros con él encerrados en los corrales; otro detalle en verdad impresionante: Cucharero, una de las veces que, durante su lidia, se acercó a la barrera comenzó a rascarse la barba sobre el filo de las tablas, ¡sin levantar la cabeza! Supóngase lo que serían los cuernos proporcionados al tamaño del cuerpo, a más de afiladísimos, como hechos a lima y formón. Tomó 10 varas y los picadores no consiguieron hacerle sangre; el piquero Calderón (hijo) sufrió en una caída la fractura de la clavícula izquierda; en otro tumbo, Juan Fernández fue a parar de cabeza al callejón, mientras Cucharero, sin esfuerzo, se entretenía en sostener con sus cuernos al caballo, balanceándole cual leve pluma. Los banderilleros Antón y Juan Molina sólo lograron ponerle cada uno medio par; así es que en el último tercio estaba el terrible Cucharero tan dueño de su poder como cuando salió del toril. Rafael Molina (Lagartijo), que era el espada encargado de estoquearle, dijo al verle aparecer en el ruedo estas palabras, resumen gracioso de la impresión causada en el ánimo del gran torero por la tremebunda estampa de Cucharero:
«¿Mardita sea la vaca que ta parío» Lagartijo, a pesar de todos sus enormes recursos, no pudo dominar su miedo durante los dos primeros tercios; tocan a matar, y allá va el maestro cordobés rodeado de sus fieles Mariano Antón y el Gallo, y sin darle un solo pase, corriendo de un lado para otro, siempre a considerable distancia de Cucharero, al cabo de media hora -condescendencia que prueba el inmenso prestigio que disfrutaba Lagartijo- pudo acabar con aquel torazo, uno de los mayores que se han visto en las plazas de toros. Su cabeza, mandada cortar por el gran torero, pesó 101 kilos. En su casa de Córdoba la tenía Rafael Molina, y las madrugadas en las que llegaba a acostarse un tanto cargado de vino, armado de un bastón, descargaba su furia alcohólica sobre la inofensiva cabeza de Cucharero, acordándose del pánico pasado ante ella la tarde malagueña inolvidable para el maestro y para los aficionados.
Con respecto a Cigarrero, castaño oscuro, su lidia transcurrió en una continuada ovación para los espadas citados, quienes aprovechándose su bravura -tomó 18 varas-, y nobleza excepcional, realizaron con él variadas y vistosas suertes, tales como el salto a la garrocha que dio Chicorro con su maestría en tan difícil suerte, quites de todas clases, banderillas; siendo muerto por Lagartijo de manera admirable, otorgándosele la oreja del bravísimo animal.

 


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