EL TORO DE LIDIA, SU ORIGEN Y ENIGMA
XX) La Segunda Casta Fundacional: “La Jijona" II
Señalamos, en la pasada
entrega, que los últimos vacunos de origen Jijón quedaron extinguidos
por completo durante la Guerra Civil Española, aunque desde comienzos
del siglo XX su regresión, como la de otras muchas ganaderías,
especialmente en toda Castilla la Vieja, había sido considerable y
estaban limitados a un número reducido de vacadas, que fueron cruzándose
de forma paulatina con reproductores de otros orígenes. De este modo,
aunque, como dice el doctor Adolfo Rodríguez Montesinos, el conflicto bélico
fuera la causa última de su desaparición, la escasa capacidad de
adaptación de las ganadería Jijonas a la evolución del espectáculo
taurino, las había condenado ya de antemano. Y es que fue tal la
transformación que se vieron obligados a realizar los ganaderos, que
muchos se cansaron y aburrieron de tantos esfuerzos.
En concreto, el toro jijón y sus parientes más cercanos, los
llamados “toros de la tierra”, presentaban desde que se tienen
noticias, una serie de características de comportamiento muy acusadas y
considerablemente negativas, que pronto les coloraron en inferioridad de
condiciones con respecto a las demás procedencias ganaderas,
especialmente con el ganado bravo de Andalucía. Por ello desde el siglo
XIX fue creciendo cada vez en mayor medida el número de ganaderos que
eliminaron la procedencia jijona en pureza y optaron por realizar
diversos cruces buscando incorporar al patrimonio genético de sus
vacadas las virtudes que la Casta Jijona no brindaba independientemente.
Como ejemplo ilustrativo, ya para el año 1754 y concretamente el
25 de mayo de ese año, el matador José Cándido toreó en Madrid el día de su
alternativa a Capitán, jijón de pinta y de casta, cedido por su
padrino Diego del Álamo (El Malagueño) que, por cierto, le
atropelló al dar un pase, por lo que hubo de retirarse, aunque se
ignora la importancia del percance. Siendo el primer toro que aparece
bautizado con un nombre en la historia de la tauromaquia.
Y tienen sangre de Jijón, en atención a sus orígenes, como
tronco fundacional de la cabaña brava española, las ganaderías de
Colmenar (Madrid), que constituyen el último baluarte de la antigua
raza Jijona, entre las que apenas quedaba alguna que no hubiera cruzado
con toros andaluces (Vicente Martínez, Manuel García-Aleas, Félix Gómez,
o la ya desaparecida de don Manuel Bañuelos); si bien engloba a todos
los vacunos de lidia que se criaban en la zona centro de la Península
Ibérica, abarcando su hábitat las tierras de La Mancha, las riberas
del río Jarama, las estribaciones de la sierra del Guadarrama, en la
zona señalada de Colmenar Viejo y los Montes de Toledo. Y las ganaderías
de procedencia vazqueña, procedentes de Andalucía, que llegaron a
Castilla (duque de Veragua), con sus diversas ramas) son testimonio de
lo citado. En Salamanca, por
ejemplo, ya no queda ninguna ganadería brava de sangre pura morucha, ni
siquiera con sangre alguna indígena.
Entre las primeras ganaderías que tienen casta Jijona figura la
de don Sabino Flores, después Tordesillas, con sementales de don
Eduardo Ibarra, Su divisa: caña y encarnada. Su señal: una descuartada
en cada oreja; en otras, nada, según cuando se practique el herradero.
La ganadería está ubicada en Infantes (Ciudad Real). Cuando era del señor
Flores, produjo toros poderosos, especialmente el año 1880, tales como:
Batallón, que, lidiado en Vinaroz, mató todos los caballos de
la caballeriza y el público intentó destruir la plaza; ante tal
actitud, los empresarios salieron inmediatamente a buscar más caballos,
pagándolos a como pedían; y Cachorro, que acabó con los que
habían adquirido los empresarios, repitiéndose otra vez el escándalo
por parte de los aficionados. Un tercer astado, Renegado, fue el
primero lidiado en París a la usanza española en la plaza de la calle
de la Federación, en fecha
desconocida, y que estoqueó Juan Ruiz (Lagartija ).
Igualmente tuvo casta jijona la de don Manuel García-Aleas, que
fundó la ganadería hacia el año 1780 con reses compradas a los señores
Perdiguero, vecinos de Alcobendas (Madrid), y otras de acreditadas
castas de la región de Colmenar. Poco después la aumentó con 60 vacas
de don Juan Crisóstomo Martínez, y más tarde, hacia 1810, tras una
selección de la vacada que poseía, echó a las mismas un toro de la
ganadería de el Barbero de Utrera, procedente de la del conde de
Vistahermosa, Azulito. En 1840 cruzó nuevamente con toros de don
Diego Muñoz y Pereiro, de casta Jijona, con tan excelentes resultados
que volvió otra vez a cruzar con un semental de adquirió a don Manuel
Gaviria, procedente aquél de la misma casta de Jijón.
Originariamente no existieron grandes diferencias entre todos
estos animales, aunque la denominación Jijona ha sido utilizada
exclusivamente para aquellas reses nacidas y criadas, en la región de
Villarrubia de los Ojos del Guadiana (Ciudad Real), donde la familia Jijón
mantenía sus posesiones. La reses seleccionadas por esta afamada
familia ganadera adquirieron mayor relevancia y les permitieron adquirir
la consideración de Casta Fundacional, mientras que los restante grupos
de ganado existentes en la zona centro y que tenían origen semejante,
como los de Colmenar Viejo, pasaron a denominarse “los toros de la
tierra” e incluso luego los ganaderos de estas zonas incorporaron
reproductores jijones para definir aún más el carácter racial de sus
respectivas vacadas. Juan José Zaldivar 2-07-04 |
casemo - 2004