EL TORO DE LIDIA, SU ORIGEN Y ENIGMA
XXV) La segunda Casta Fundacional Andaluza: Gallardo - I -
Si bien el origen de esta
segunda casta fundacional andaluza, la de don Francisco Gallardo y
Hermanos, que debutaron en Madrid el (04-05-1792)-, es realmente el
mismo que el de la Casta Cabrera de
don José Cabrera, que se presentó en la plaza de la Corte el
(16-06-1800), todo parece indicar que ya desde los tiempos en que ambas
fueron creadas, en los últimos años del siglo XVIII, los ejemplares de
una y otra procedencia presentaban apreciables diferencias, sobre todo
desde el punto de vista morfológicos. Dichas diferencias no fueron
notables ya que tuvieron su inicio en las dos razas de bovinos del Sur
de Andalucía, formadas por la negra y retinta,
que desde tiempos inmemoriales se desarrollaban en
las Marismas de Guadalquivir, en donde existieron verdaderos
hatos de vacunos silvestres, especialmente en el Parque Nacional de Doñana,
donde aún se crían de manera casi silvestre, especialmente la variedad retinta, con
algunos salineros y muy pocos pelajes negros y cárdenos.
Las Casta de Gallardo toma su nombre, de don Francisco Gallardo y
sus hermanos, de El Puerto de Santa María (Cádiz), ubicada por donde años
después se instaló la vía de ferrocarril cercana a nuestra ciudad.
Los portuense de aquella época podían ver a los toros de esta casta
pastado en la marisma del Guadalete. Tuvieron la ganadería por tiempo
considerable, durante el cual practicaron una selección escrupulosa, a
juzgar por el prestigio que consiguieron en las plazas, donde
compitieron con las más importantes de su tiempo: de don José Cabrera,
ya citada, de don Juan Vázquez –éste debutó en Madrid entre los años
1796 y 1799-, la de don José Vicente Vázquez, que se presentó en la
Corte el (18-06-1800) y la del conde de Vistahermosa, que debutó en
Madrid el (02-08-1790).
No obstante y, pese
a que la familia Gallardo acaparara todos los méritos y sea la creadora
de esta Casta Fundacional Andaluza, la realidad es que sus orígenes son
anteriores y se remontan a la que tuvieron los frailes Cartujos de Jerez
de la Frontera. Dicha vacada se creó con reses de procedencias
diversas, como parte de la recaudación de diezmos, de las
contribuciones o impuestos que los ganaderos, en su mayoría andaluces,
así como los agricultores estaban obligados a entregar a los monjes
cartujos y dominicos. En el primer caso consistía en la aportación de
un becerro o una vaca por cada diez que había aumentado cada ganadería
anualmente.
A las manos de los frailes Cartujo llegaron reses de las más
diversas procedencias y fueron los hermanos encargados de su crianza y
desarrollos quienes pudieron comprobar la existencia de dos diferentes
comportamientos, dedicándose a seleccionar los más temperamentales.
Durante ese tiempo todo el ganado presentaba ya marcadas diferencias,
debido a la acción de los macro sistemas ecológicos de Andalucía, ya
que no eran iguales en tamaño, peso y temperamento los entregados los
frailes procedentes de la Sierra Norte de Sevilla, que los de las áreas
de las extensas Marismas del Guadalquivir. Los primeros eran morfológicamente
de menor tamaño, reducido peso y más huidizos en el manejo, y los
otros, en cambio, eran de mayor tamaño, peso y, sobre todo, agresivos y
difíciles de manejar. Ese fue el principio de todo. Por eso, podemos
decir, que de las Castas de Andalucía, salió por selección el toro de
lidia actual, incluyendo a los de Miura, tanto en España como en las
restantes naciones criadoras de Europa y América.
Los Cartujos consiguieron reproductores de las mejores ganaderías
de su tiempo, los seleccionaron y consiguieron un grande prestigio como
ganaderos, con sus toros bravos, los vacunos de carne, y con los
caballos que siguen llevando su nombre. Fueron ellos los primeros en
comprobar que las reses procedentes de los más ricos biotopos o
ecosistema de las Marismas de Guadalquivir, entre la tierra firma y las
marismas salitrosa, disfrutaban del doble efecto ecológicos, era los
animales más temperamentales. Algo había en ellos que les hacían más
aptos para ser picados y lidiados... la sal y el yodo marinero, lo que
les daba ese carácter diferentes a los otros vacunos.
Los Cartujos jerezanos tuvieron pronto imitadores y así los
frailes Dominicos del convento sevillano de San Jacinto adquirieron
reses de los monjes jerezanos y se lanzaron a la aventura de
criar ganado de lidia. A ambos criadores no le costaba ningún trabajo
la venta de sus astados ya que les eran quitado de las manos por los
innumerables nobles y caballeros que se dedicaban en aquellos siglos al
rejoneo. No obstante, ni unos ni otros, constituyeron casos
excepcionales y otras muchas instituciones, ya antes del siglo XVI
siguieron el mismo camino en las tareas ganaderas. Los vacunos de Casta
Navarra llevados por los frailes misioneros a Ecuador, a últimos del
siglo XVI bien pudieron ser también criados por ellos mismos en
Navarra. Entre ellos se encontraban también los Jesuitas de Sevilla,
los Agustinos de la Santísima Trinidad de Carmona, los Dominicos del
Real Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera, los Agustinos
del Convento de San Agustín, así como los sevillanos del Convento de
San Isidoro, Monasterio de San Jerónimo y Colegio del Convento de San
Basilio. Continuará… Juan José Zaldivar 10-09-04 |
casemo - 2004