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LA GACETILLA TAURINA |
Nº 36 - 1 de Junio 2006 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar) |
Dos cuñados en serios aprietos |
José Gómez Ortega (Joselito), como matador y su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, como banderillero suyo, alternaron en la plaza de Tolosa el (24-06-1918). Joselito, tras varios años de ausencia, volvió a pisar el ruedo de la plaza de Tolosa, aunque ahora erigido en máxima e indiscutible figura del toreo, el (24-06-1918) y como aquella corrida dio mucho que hablar diremos en primer lugar, que fue todo un acontecimiento y para el festejo se contrataron toros colmenareños de los Herederos de don Vicente Martínez que fueron desencajonados la víspera de la corrida y, al medio día, ante numerosísimo público, que quedó satisfecho de la presentación de los toros, finos de lámina y bien criados. Así, pues, la presencia de Joselito en el ruedo despertó un interés enorme, reinando una gran animación en la villa desde las primeras horas de la mañana, pues llegaron trenes y tranvías abarrotados de aficionados que le dieron a la laza un ambiente apasionado y más en el momento en que el alcalde, señor Azurza, sacó el pañuelo que rompía plaza. Gallito, que venía de torear la víspera en Madrid, la corrida de la Asociación de la Prensa, con Gaona, Saleri y Fortuna, vestía un bonito traje perla y oro y fue recibido con aplausos al hacer el paseíllo. Apareció el primer toro, llamado Pinares, iniciándose la corrida que había de pasar a los anales de la historia como la peor, probablemente, de cuantas toreó Joselito en toda su vida torera. Gallito lo recibió con cinco verónicas, pero luego estuvo mediocre en los quites, y con la muleta no sólo decepcionó al público sino que le exasperó; pues tras unos pases por la cara dejó de manifiesto que el toro no veía bien, que era burriciego, o al menos hizo creer a todos, propinándole con la mayor prontitud una puñalada infame que degolló al astado, escuchando una respetable bronca. El segundo toro, de nombre Farolero, castaño claro y buen mozo, con las agujas muy levantas, arremetió de salida contra un caballo, produciendo un espectacular derribo. El toro era poderoso y derribó en las cinco varas que recibió, matando dos caballos. Joselito, muy movido, lo lanceó, oyendo protestas, y estuvo al quite en cada tumbo, exponiéndose mucho en algunos, pero no pudo evitar que el toro levantase colgado de un pitón a uno de los picadores, pero todo quedó en un susto. La casta indiscutible de Farolero creó verdaderos problemas en la suerte de varas, pero Sánchez Mejías, no tuvo la menor dificultad para colocarle dos soberbios pares de banderillas, que fueron aplaudidos con entusiasmo. Joselito comenzó la faena con un ayudado por alto magnífico, para continuar con un natural inmenso, de los suyos, inimitable, al que siguió una serie de pases por bajo, dominadores, perfectos, arrodillándose en uno para adornarse tocando un pitón. Lo preparó con unos pases, para seguidamente tirarse a matar, cobrando una entera, algo caída, de la que rodó el toro sin puntilla. Hubo ovación y oreja para el diestro sevillano, que parecía enderezar sus malos pasos iniciales. Más todo fue ilusión vana, pues en el tercero, otro buen mozo, berrendo en castaño, se volverían lanzas las cañas, oyendo pitos desde que comenzó a veroniquearlo, pues no dejó de moverse y perdió la quietud. El animal, muy poderoso, derribó con fuerza interviniendo Joselito, en quites plenos de alegría y arte. Tomó los palos a petición del público y colocó el primer par de forma mediocre, dejando que continuaran sus subalternos. Con la muleta se le vio desganado en una faene vulgar, desarrollada toda ella en medio de una formidable bronca, con el público totalmente desilusionado por la actuación del diestro, que pinchó dos veces, entrando con mal estilo para luego, al arrancársele el toro, propinarle un feo estoconazo, reavivándose la bronca. En un intento de descabello llegó a pinchar en el cuello de la res y entonces le bronca se hizo escandalosa. Consiguió descabellar bajo una impresionante pitada. En el cuarto toro, llamado Buñolero, parece que José quiso desquitarse del fracaso anterior. Le dio una verónicas notables, realizó unos bonitos quites y trató de hacerse gustar con las banderillas. Seguidamente le brindó el toro a los aficionados de los tendidos de sol y realizó una faena muy movida, que a nadie gustó y las esperanzas del público se derrumbaron. Al abandonar la plaza, Joselito fue objeto de una gran pita, acompañada de lanzamiento de almohadillas y naranjas. Constituyó un rotundo fracaso esta corrida con la que tanto habían soñado los aficionados de Tolosa. A Joselito, al parecer, le desconcertaron aquella amarga tarde, dos factores: la pequeñez excesiva de la plaza y la extremada blandura del piso.
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casemo - 2004