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LA GACETILLA TAURINA |
Nº 39 - 22 de Junio 2006 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar) |
La más larga alternativa |
La histórica anécdota dice: En cierta ocasión, de las muchas que Rafael (Gallo) venía a El Puerto de Santa María y se quedaba a vivir en casa de los González (los Villegas) –cuando tenía que torear en nuestra plaza llegaba a la ciudad al menos tres días antes-, solía asistir a las peleas de gallos que entonces se celebraban, en el reñidero ubicado en la esquina de la calle Santa Clara, al lado derecho donde hoy está el cementerio y desde donde se veía la finca de los Gallardo, en la pastaban los toros de la primitiva casta de Miura. Rafael siempre recordaba una de las peleas de gallos de las que se ofrecían junto a los corrales –viviendas comunitarias de aquella época- en un local situado en la esquina de las calles sevillanas de Pagés del Corro y Costilla, en Triana. En aquella fue el vencedor un gallo de plumaje negro, hermosísimo, que era propiedad de Francisco Vega de los Reyes (Gitanillo de Triana I), que se encontraba allí. Después de la pelea Rafael le pidió a Gitanillo que se lo vendiera, negándose a ello su colega una y otra vez. De todos es conocido la afición de la mayoría de los toreros a la crianza de los gallos de pelea, especialmente los de la raza calé. Así que entre ambos matadores se creó una especie de competencia por tener el gallo negro, del que según Juan Marchán se había enamorado Rafael el Gallo. Y en esa situación llegó el día en que ambos se vieron en la plaza de el Puerto de Santa María... la hora de que Rafael iba a imponer su investidura de doctor a Gitanillo. Los segundos transcurrían y ambos entablaron una amistosa y divertida charla de compra-venta, estando los tres lidiadores en el ruedo bajo el Palco. Lo que ambos se dijeron podía fácilmente interpretarse por los gestos y movimientos que hacía Juan Belmonte, que una y otra vez se separaba de ambos riéndose a carcajadas, poniéndose las manos en la cabeza y separándose de ellos... seguro que Rafael, al seguir oponiéndose Gitanillo a venderle el gallo, le dijo: «O me lo vende, o te queas sin el sayo de mataó... y ahí te sigue de novillero...», durando aquella conversación los 8 minutos señalados, mientras los peones no hacían otra cosa que detener a Vigilante lejos de la ceremonia... y el respetable impacientándose. El Gallo pasó a ser el propietario del gallo en litigio y Gitanillo recibió la investidura. (*) Juan Marchan era amigo de los tres matadores y era común en él que fuese de muy pocas palabras. A Juan Belmonte le caía personalmente muy bien por esa «virtud», y porque, además, era Marchan muy discreto, amable, bondadoso y noble. Jamás solía violentar una conversación y aceptaba las propuestas. Fue un modelo de condición humana: después de que sus cuñadas se quedaron viudas, él crió a todos sus sobrinos huérfanos. Todo lo asimilaba con frases taurinas. En cierta ocasión vio a un jubilado ya achacoso y dijo: «...tiene media estocá y se está acercando a las tablas.» Días después ocurrió en la Plaza Real un segundo hecho insólito ya que José Antonio Benvenuthy Morphy, novillero y banderillero, nacido en Puerto Real, el (05-10-1906) y fallecido hacia el año 1964, es, sin embargo, considerado de El Puerto, y que comenzó como aficionado actuando como novillero sin picadores los años de 1927, el día 4 de septiembre mató en un festival, el sobrero de la corrida de alternativa de Gitanillo de Triana, celebrada el citado 28 de agosto.
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casemo - 2004