LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  51 -   21 de Septiembre 2006   (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar)

Cambió el matadero por la gloria.

           
            Aquella tarde de mayo de 1966 en el SEAT-600, el ganadero jerezano don Manuel García Fernández-Palacios, al que deseamos una pronta mejoría, llevaba un rifle para evitar que su toro, llamado Palmero, no sufriera más… de llevar su extremidad anterior izquierda fracturada y arrastrando por el suelo. Las hierbas de mayo enaltecen las hormonas y provocan encarnizadas luchas entre los toros. Palmero había caído por un barranco. Pero en clara competencia con el rifle mortífero, en el coche iba otro parecido, de aire comprimido, que en  lugar  de balas lanzaba dardos tranquilizantes. Dos horas después llegó el carnicero a recoger la carne…, pero el ganadero le dio la oportunidad a la escopeta tranquilizadora.

            Aquel mismo día, en presencia del ganadero, mayoral –don Alfonso- y el carnicero, Palmero fue tranquilizando a distancia. Comprobamos que la fractura podía ser fácilmente reducida… y desde aquel momento el toro se manifestó noble en extremo. En ningún instante impidió que se le estudiara el problema, estando el animal en pie. Minutos después se recuperó, ante el asombro de tan reducida concurrencia. Aquellos “encuentros” a toro parado y moviéndose asidos de los cuernos eran cosa de valientes.

            Al día siguiente, con el apoyo de Juan “el Herrador”, de grato recuerdo y reconocimiento, volví a tranquilizar a distancia a Palmero. Fue tratado debidamente y tras cuarenta y siete días de estar escayolado fue tranquilizado por tercera vez y una vez retirado de la extremidad todos los apósitos, estando sólo presente Alfonso, permanecimos junto a él. El mayoral se retiró a cierta distancia y sentado delante del toro, que ya estaba en su  estación, este autor permaneció hasta que el noble animal se alejó caminando, deteniéndose  en dos ocasiones para mirarnos como agradeciéndonos lo que le habíamos hecho.

            A últimos de julio acompañamos a Palmero a la Plaza de Toros de Villena (Alicante). En los corrales de la plaza conocía nuestra voz y  nos miraba. Antes de comenzar la corrida, por asombroso que parezca, le platiqué a Francisco Rivera (Paquirri) que sería el diestro encargado de lidiarlo, lo vivido con Palmero. Le garantizamos lo noble y bravo que sería. Le cortó las dos orejas y el rabo, cuyos trofeos  nos entregó en la misma plaza. Al día siguiente, en la portada de ABC de Madrid, en foto a toda plana, se publicó el acontecimiento, viéndose cómo se había calcificado la fractura. Quien dude de lo narrado puede preguntarle al abogado y ex torero Victoriano Valencia. Él vivió paso a paso aquella efeméride… tal vez la única de esa naturaleza. En lugar de morir de una o más balas, la ciencia moderna le salvó para la gloria. A finales del pasado julio se cumplió cuarenta años.

 NOTA: Con más detalles puede el lector encontrar aquel suceso en la Enciclopedia del Toros de Lidia. Una Hermosa Pasión: Los Toros Bravos. Tomo I. 1999. Zacatecas (México). Pp. 61-63.

Pie de foto: Los autores de este suceso. El Dr. Zaldivar y Palmero en el momento de retirarle la escayola.

                                                      

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