LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  73 -   9 de Abril 2007   (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar)

La Fiesta Brava en la cultura catalana

 
             Al irrelevante número de catalanes, de aquella región española donde ellos anhelan la prohibición de las corridas de toros, le recordamos que en muchas poblaciones, del litoral Mediterráneo. concretamente en Puyol (Valencia, hay otro Puyol, en Cataluña), la Fiesta Brava está documentada desde el (23-06-1660), pero sus orígenes son ancestrales. Como en otras comarcas, se coloca un herraje (ferratge) en las    astas de los toros cuando las bolas se han de convertir en antorchas de fuego. Así lo hicieron durante varios siglos las temidas huestes de arios,  dejando a los toros libres en las ciudades echando fuego por sus astas y sembrando el  pánico para pasar después a ocupar las poblaciones en la cuenca oriental del Mediterráneo, especialmente en  Grecia, desde donde llegó a Cataluña y, en realidad, a todas las poblaciones costeras del Mediterráneo español. En otros tiempos se corrían los animales, en muchas de esas poblaciones el animal, alquitranado (alquitranat), es decir, con estopas  impregnadas en alquitrán a fin de las bolas ardieran el mayor tiempo posible. Para evitar quemaduras a las reses se le embadurnaba el cuello y el lomo con arcilla. Con la evolución de la sensibilidad colectiva, la protección del animal resulta más eficaz.

            Y si una  faceta de la cultura  catalana va camino de cumplir su CCCV aniversario, dos escritores de aquella región, don Vicente Medina y don Jorge Garcés, han estudiado y publicado, en su libro 100 anys de bous a Pujol, los 100 últimos años toros embolados en Puyol, en el que describen la historia del toro embolado (bou embolat), con datos que se remontan a 1896. Se trata de festejos populares similares a los de otros lugares de los  reinos de Valencia y de Aragón. El autor de la Historia del Arte del Toreo, don Fernando Claramunt López, refiere sinceramente que “haber vibrado intensamente durante la lectura, al  hallar que en Puyol (Pujol), cuna del abuelo paterno Juan Claramunt Sanchos, abundan personajes de ese primer apellido que se distinguieron embolando reses bravas o cortando las cuerdas correspondientes. Al abuelo Juan, de joven maquinista en los ferrocarriles de la línea  Madrid-Zaragoza-Alicante, jefe  de Estación en la segunda mitad de la vida, hombre  mesurado, sumamente responsable, muy estricto en su trabajo, cuesta imaginarlo corriendo encierros. Otros parientes también lo hicieron.

            El corte de la soga con un cuchillo para separar al toro del piló (pilón o tronco donde se ata al animal para embolarlo), es, en el reino de Valencia, arriesgada prueba de fuerza, valor y virilidad en la que demasiadas personas se juegan el prestigio. Se considera un alto honor. Lo tuvo en  1927 Jaquín Claramunt. Desde 1935, con el mismo apellido del abuelo Juan, cortaron la cuerda Gaspar, Enrique, Joaquín, Francisco, José María (que resultó volteado), Juan, José, Francisco, entre otros. En los últimos años tal privilegio viene regulado por la Comisión del Toro (Comissió del Bou). En pueblos y villas de la provincia de Cádiz, especialmente en la Sierra Norte se dan anualmente festejos en que se atan y sueltan toros, para júbilo y diversión de sus habitantes, en las que se observan arriesgadas pruebas de fuerza, valor y virilidad en la que demasiadas personas se juegan el prestigio, especialmente para quienes tienen que cortar  las sogas.

            Algunos de los toros corridos en Puyol y otras poblaciones, procedían de ganaderías pequeñas que pastaban en las cercanías; la más popular, en el  caso de Puyol, era la de don Vicente Peris, afectuosamente conocido como Visentet el de Puig. En tiempos recientes, en cambio, se corren reses de muy acreditadas ganaderías, como las de Frías  (Ciudad Real), Celestino Cuadri  (Trigueros, Huelva), Pérez de las Concha (Sevilla) o Puerto de San Lorenzo (Salamanca). En 1988, en la noche del 23 del junio, se emboló un toro de nombre Isleño (otro del  mismo día se llamó Perdigón), al parecer de la ganadería de don Vicent Picó, de Ondara, que corneó y causó la muerte al  joven de la localidad José Manuel Bayarri Claramunt; si bien hacía veinte años que no se producía un percance mortal. Horas antes, en aquel (23-06-1988), una vaquilla de nombre Carterista, con fuerza y muchos pitones, hirió gravemente al ganadero, que tuvo que ser trasladado urgentemente al hospital. Al igual que en Puyol (Valencia), en otras localidades las respectivas Comisiones del Toro tienden a buscar ganaderías de gran renombre. En Beas de Segura, por ejemplo, se corren toros-toros de Miura y de Pablo Romero (Partido de Resina, algunos de cuyos propietarios acude para comprobar personalmente la bravura de sus reses. ¿Puede un grupito –supuestamente muy democrático- pretender abolir el disfrute y la cultura de la mayoría?

                                      

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