LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  77 -   7 de Mayo 2007   (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar)

Incidencias en la conducción de toros de lidia.


     
       En la conducción de toros de lidia de los valles del Jarama a la plaza de toros de Madrid, se produjo el día (15-11-1811) un desafuero que dio lugar a una curiosa comunicación: «Los toros que estaban destinados para la corrida de la tarde de mañana y se hallaban en la dehesa del Rincón, a la orilla del otro lado del Jarama, han sido robados  por una partida de insurgentes, improvisados abigeos,  pero con el fin de que en lo posible no se haga público este acaecimiento, he dispuesto - el Gobernador del Consejo de los Reales Hospitales General y de la Pasión de la Corte- que, inmediatamente, se hagan conducir y encerrar otros toros de las mejores vacadas de Colmenar para que se verifique la corrida mañana, según está anunciado al público.»

José Maria El Tempranillo (grabado de la época)          En el pasado, a los riegos propios de algunas conducciones, se sumaron otros inesperados, que fueron verdaderos incidentes y aventuras. Conduciendo toros en 1627 para la plaza de Madrid, sufrieron los vaqueros y mayorales un asalto de bandoleros del que dan cuenta y pide reparación en un curioso escrito existente en el Archivo Municipal de Madrid, que dice: «Antón de Hortega, Miguel López y Bernabé Varón, vaqueros del ganado de S. M. y de Juan Álvarez, decimos que estando con los toros de esta villa en el Algarrada el sábado en la noche a media noche, llegaron a nosotros siete salteadores y maltratándonos y poniéndonos las espadas y dagas a los pechos, nos dejaron en cueros, que hasta las camisas nos quitaron, y apartándose de nosotros después de habernos desnudado, vimos que trataron entre ellos que volviesen a matarnos por no ser descubiertos. Y temiendo que volvían corrimos a la venta a pedir favor, que a no ser así y valernos de nuestros pies, allí nos mataran. Pedimos y suplicamos a V. S. se nos dé algo de limosna para ayudar a comprar tres nuestros vestidos, que en ello hará V. S. servicio a Dios y a nosotros muy grande limosna.» El Ayuntamiento de Madrid acordó que se les diera el toro que se había escapado en el incidente, dudosa generosidad, pues quedaba de cuenta de los vaqueros el encontrarle y capturarle.

            En la época en que la Junta de Hospitales de Madrid organizaba las corridas en la plaza de toros y éstas eran ya un espectáculo semejante en su estructura a las que hoy vemos, los toros procedentes de Andalucía se traían todos de una vez, formando una conducción numerosísima y, llegados, como ya quedó citado, reposaban en los prados del Jarama hasta que se iban lidiando según  su trapío y presencia. Venían juntos los de todas las ganaderías, y los vaqueros, provistos de pasaportes y autorizaciones para la conducción. En el Archivo Histórico Municipal de Madrid existe un expediente fechado en 1802, en el que se comisiona a don Juan Gutiérrez de Rueda para que verifique la compra de toros andaluces para aquella temporada. Las autorizaciones y pasaportes aludidos son amplísimos y recomendadísimas la atención a vaqueros y ganado. He aquí copia de unos de aquellos pasaportes:

             «Don Josef Eustaquio Moreno... gobernador del Consejo, de la Junta de Hospitales. Por cuento Andrés Martín, mayoral de los toros de los reales Hospitales Generales y de la Pasión de esta Corte, sale desde ella a los reinos de Andalucía, comisionado para la compra de los que se han considerado necesarios para completar el número de las corridas correspondientes a la segunda temporada del corriente año y el todo de las del próximo mil ochocientos y tres, a que han de asistir SS. MM. durante su residencia en Madrid: por tanto ordeno y mando a los justicias de los pueblos por donde transitare que no sólo no le ponga embarazo alguno en su viaje de ida y vuelta, sino que por el contrario le presten los socorros y auxilios que pidiere y fueren necesarios, tanto por lo respectivo a pastos como a lo demás concerniente a su comisión, sin que por morosidad u otro motivo deje de hacerse este importante servicio, de que hago responsables a las mismas justicias. Madrid (11-08-1802).

            En épocas y circunstancias azarosas para la tranquilidad pública, sufrían estas conducciones de toros bravos accidentes como el reseñado de los vaqueros despojados, del  siglo XVII, y aún mayores. Del (15-11-1811) es la siguiente comunicación de un desafuero en el que, sin duda, tuvo parte la intención patriótica que entonces sacudía a los españoles, con la invasión francesa de Napoleón. He aquí la curiosa comunicación:

            «Los toros que estaban destinados para la corrida de la tarde de mañana y se hallaban en la dehesa del Rincón, a la orilla del otro lado del Jarama, han sido llevados por una partida de insurgentes; pero con el fin de que en lo posible no se haga público este acaecimiento, he dispuesto que, inmediatamente, se hagan conducir y encerrar otros toros de las mejores vacadas de Colmenar para que se verifique la corrida de mañana, según está anunciado al público.»

              Conduciendo toros en 1627 para la plaza de Madrid, sufrieron los vaqueros y mayorales un asalto de bandoleros del que dan cuenta y pide reparación en un curioso escrito existente en el Archivo Municipal de Madrid, que dice: «Antón de Hortega, Miguel López y Bernabé Varón, vaqueros del ganado de S. M. y de Juan Álvarez, decimos que estando con los toros de esta villa en el Algarrada el sábado en la noche a media noche, llegaron a nosotros siete salteadores y maltratándonos y poniéndonos las espadas y dagas a los pechos, nos dejaron en cueros, que hasta las camisas nos quitaron, y apartándose de nosotros después de habernos desnudado, vimos que trataron entre ellos que volviesen a matarnos por no ser descubiertos. Y temiendo que volvían corrimos a la venta a pedir favor, que a no ser así y valernos de nuestros pies, allí nos mataran. Pedimos y suplicamos a V. S. se nos dé algo de limosna para ayudar a comprar tres nuestros vestidos, que en ello hará V. S. servicio a Dios y a nosotros muy grande limosna.» El Ayuntamiento de Madrid acordó que se les diera el toro que se había escapado en el incidente.

                                 

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