LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  80 -   28 de Mayo 2007   (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar)

Salamanca: Cuna de un ganadero inmortal


          
     No sabemos el nombre del cronista, pero, sinceramente, nos legó -en la página 88 de el nuevo Cossío de 15 libros en edición de lujo (2000)-, un  material ideal para regusto de los buenos aficionados. Es cierto que desde los religiosos Cartujos de la Baja Andalucía, de Jerez de la Frontera, y los agustinos de Sevilla, “y siempre a través de puertas grandes de    dehesas” -tal y como en México en el Estado de Zacatecas, cuna del toro bravo moderno de América-, y plazas de toros,  llegamos tras cruzar las riberas del Jarama y las colmenareñas “tierras de toros” a la Navarra más norteña de los Carraquiri, para rendir luego homenaje en la Geografía del toro, en la plaza de Madrid y también en Toledo, junto al Tajo –finca de Valjuanete, en el próximo pasado de los duques de Veragua, luego de Domingo López Ortega…- al duque ganadero. “Por esta puerta grande, tomando a la Plaza Mayor salmantina como kilómetro cero de esa inmarcesible tierra de toros, a treinta y un kilómetros camino de Portugal, está el verdor sembrado de bureles de San Fernando: la ribera negra

D. Antonio Pérez Tabernero               Y de ahora en adelante, nos acompañará en la plática don Juan Carlos Martín Aparicio, que es un lignimo –legítimo queremos decir- periodista y escritor taurino charro, el de “Salamanca, tierra de toros”, para el que el hierro AP es una mítica sigla, en la historia ganadera de España, dejando a un lado puntales tan importantes como Veragua, Parladé, Santa Coloma, Miura, Pablo Romero, los Martínez, Juan Carrero y algún otro, y en México a San Mateo, y circunscribiéndonos a las ocho primeras décadas del siglo XX, no existen nada más que dos ganaderos prototipos: don Carlos Núñez, en Andalucía, y don Antonio Pérez Tabernero Sanchón, en Salamanca. En México, otros dos, los Hermanos Llaguno (don Antonio y don Julián). Ellos, con su estilo y su forma de ser y entender su afición, marcaron el cambio entre la época pasada y la actual, y todos los demás son mejores o peores imitadores de su escuela.

               “Yo pienso –nos dice don Juan Carlos Martín Aparicio- que don Antonio Pérez-Tabernero Sanchón fue el maestro de toros, como lo fue don Antonio Llaguno González en México, y,  como buen maestro, dejó su escuela, que en la actualidad sigue, mejorándola si cabe, su hijo don Antonio Pérez-Tabernero Montalvo. Don Antonio, el primero, el que popularizó en todo el mundo del toreo las míticas siglas AP, manteniendo hasta su muerte un leal pacto entre caballeros con sus hermanos, referente a la utilización ganadera de su común apellido Pérez-Tabernero, fue ganadero desde el año 1911 hasta 1965.

Él heredó de su padre la ganadería que formara con vacas del duque de Veragua XIV y toros de Miura, y con una singular y genial visión de futuro, eliminó lo heredado y, en 1911, formó su propia ganadería con la completa de Gama, que trajo de Portugal, pura de Muruve. Con estas reses debutó como ganadero en Alicante el (07-07-1911), siendo Manuel Mejías     (el Padre Negro) el  diestro que lidiara su primer toro, de nombre Marqués, cuya cabeza se conserva en San Fernando. Más tarde, en 1916, una mañana en el Novelty le compró el toro, llamado Azulejo, del hierro de Parladé, a su amigo Rafael Clairac; y no contento todavía, en 1919 adquirió la ganadería de Gomero Cívico, que al poco tiempo traspasó a su compadre Andrés López Chaves, reservándose 80 vacas del hierro del marqués de Tamarón. Ya había, pues, juntado don Antonio en San Fernando todas las ramas de Muruve-Ibarra-Parladé, y con la base, con la madre buena, le infundió su sello personal, les imprimió a sus toros su carácter y creó un tipo o una raza nueva. “Inventó”, en definitiva, los “apés.”

Don Antonio fue realmente un modelo de profesional de la Zootecnia aplicado al toro de lidia, y así lo sigue haciendo, sin apearse un ápice, su hijo, además de un excelente ganadero de bravo, llegó a ser el pionero en España en dominar la entonces incipiente ciencia genética, adelantándose a quienes abrieron las rutas de la genética en los vacunos de aptitud cárnica. Compaginó el  genotipo de la bravura, que no se mide ni se ve, con el fenotipo, que sí se maneja. Y creó un morfotipo de animal que, embistiendo con dulzura, clase y son, además tenía, como decimos, unas formas, un tipo, una conversión cárnica, una salud, y una reproducción, dignas del mejor tratado de Zootecnia Especializada y de Genética animal. Lo primero que tiene que ser una ganadería, decía el sabio criador don Antonio, es rentable, y para serlo hay que manejarla bajo parámetros comerciales, como un bóvido normal. Y hay que cuidar su salud, hay que evitar la consaguinidad y hay que aumentar la fecundidad.

Hoy, don Antonio Pérez-Tabernero Montalvo, hijo y continuador de la escuela de su Padre, sigue fiel a sus enseñanzas y, junto al respeto de la tradición heredada, sabe adaptarse a los tiempos en que vive, mejorando, si cabe, el valioso legado que recibió. En la dehesa  San Fernando se madruga. Al apuntar el día se sale a caballo en todas direcciones, lo mismo a la ribera que, atravesando la carretera de Matilla de los Caños, a los cercados del monte, lo mismo para romper el carámbano de las charcas en las frías mañanas de enero, que para “arrodear” las vacas en siesta y evitar las moscas en las calurosas tardes de agosto. Y a cualquier hora del día, en San Fernando, siempre habrá alguien para recibir al más modesto taurino que llegue a la casa.

“Desde el Cielo, don Antonio no se sentirá defraudado. Su escuela y su estilo permanecen inalterables con el tiempo; su estirpe está bien garantizada. En  la cocina de San Fernando, junto a los recuerdos del mítico AP, hay éxitos actuales, proyección de futuro y aires modernos. Y en el campo, los toros pastan en la ribera hierba de primavera, como siempre, junto a modernos aspersores que riegan sorgo, trudán y cultivos avanzados. Y en los herraderos se sigue desahijando a caballo, cogiendo a los becerros a “una”, como antes, pero se vacuna con trivalente, como ahora. “Y en el despacho se apuntan las notas de tienta y se eligen sementales en los mismos libros junto a la letra de su padre, como hace noventa años, pero, al lado, un contable lleva la ganadería como una moderna empresa, con ordenador.”

                                            

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