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LA GACETILLA TAURINA |
Nº 81 - 4 Junio 2007 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar) |
Las diligencias en la Fiesta Brava. |
¡Qué tiempos aquellos! Recordándolos enriquecemos nuestra mente con una etapa fascinante de muchos siglos que, comparándola con la nuestra, nos revela el impresionante avance alcanzado por los hombres para desplazarse por el mundo, que la generación actual disfruta como si todo fuese un hecho ni siquiera digno de comentar y menos aún reflexionar sobre las dificultades de aquellos tiempos para desplazarse de una ciudad a otra. Pero, eso sí, tan pronto surge un problema, como el de la pesada viga caída sobre la vía del AVE, Sevilla-Madrid, que deja detenidos a 17.000 pasajeros, todos ponen el grito en el cielo, como ocurrió en febrero del 2007. ¡Problemas fueron en el pasado!, cuando además de sufrir los pasajeros las averías mecánicas propias de aquellos carruajes, circulando por caminos empedrados, en viajes, por ejemplo, de Sevilla a Madrid, tuvieron que hacerlos con el temor siempre latente de ser atacados por cuadrillas de bandoleros al cruzar Sierra Morena o los caminos interminables de La Mancha. Y si los viajeros eran toreros, a dichas dificultades tenían que añadir las preocupaciones de su riesgoso trabajo. Entre aquellos pasajeros de diligencias figuraron muchos toreros que, como el noble matador Pérez de Guzmán, fue asaltado por un grupo de bandoleros y asesinado cuando se dirigía a torear a Madrid. Al célebre Cúchares le disgustaba cada vez que tenía que ir a torear a Madrid.
Así, tenemos, por ejemplo, las rutas entre Madrid y Aranjuez; de Zaragoza a Barcelona o de Badajoz a Bancarrota, etc. Para los trayectos largos, por ejemplo, de Sevilla a San Sebastián o de Madrid a Francia, los viajeros tenían que armarse de valor y de paciencia extrema. En todos los casos, los hombres de entonces, soportaban con estoicismo las dificultades. Hoy, no. A la primera de cambio, los miembros de nuestra ciudad, ante cualquier dificultad, los ánimos se descomponen y forma un impresionante cacao. Muchos de los cocheros que conducían aquellas diligencias acabaron siendo toreros. La lista es interminable. Pero, aunque nuestro espacio es necesariamente reducido, bien podemos citar un par de casos. Uno de ellos fue Pedro Aixelá (Peroy), que del pescante de una diligencia, haciendo el recorrido entre Barcelona y Zaragoza, acabó siendo matador de toros. Había nacido en Torredembarra, pueblo de la provincia de Tarragona, el (16-09-1824). En su primera juventud fue conductor de diligencias, ayudando a su padre en ésta empresa, de la que era mayoral. Muerto su padre, continuó algún tiempo en el mismo trabajo, bajo la dirección de unos tíos suyos, a la vez que actuaba en capeas. Uno de los propietarios de una serie de coches-diligencias que hacía en el siglo XIX el recorrido terrestre entre Madrid y la ciudad de Aranjuez, fue un tal Pastor, hasta que se puso en marcho el tren. Entre los muchos cocheros y ayudantes que figuraron en esa empresa de transporte figura José Bruno Ahujetas y Quesada, nacido en Almagro (Ciudad Real), el (06-10-1837), quien siendo un zagal fue delantero de los coches-diligencias. Cuando se suprimieron estas diligencias por la construcción del ferrocarril, entró de mozo de caballerizas en la plaza de toros, oficio que debió estimular su afición taurina; después comenzó como banderillero, y, por último, pasó a ser pìcador, a las órdenes del matador el Salamanquino, Gonzalo Mora y Villaverde. Según parece, acompañó a Cúchares a La Habana y fue, sin duda, Ahujetas un notabilísimo picador. José Fernández Miralles (Madriles), nacido en Novelda (Alicante) el (17-03-1892), fue su primera profesión la de chocolatero, pero por su gran afición a los caballos la cambió por la de cochero. En este servicio servía en la línea de Badajoz a Bancarrota; en ella, en un viaje de la cuadrilla del novillero Eusebio Montes, conoció al buen picador de toros extremeño Pedro Belmonte (Zurito chico), con quien llegó a tener íntima amistad. Estimulado por éste, que apreciaba las facultades y aptitudes y los conocimientos del cochero caballista de José, y que le brindó su apoyo, se decidió por seguir los consejos de su amigo, que ya por entonces eran coincidentes con su verdadera vocación. Y tras varios ensayos en privado, vistió por primera vez la casona de ante y el castoreño, y se presentó en público en la Plaza de Toros madrileña de Vista-Alegre (Carabanchel Bajo), el (16-07-1916), en una novillada en que Mariano Merino, Marchenero y Praderito mataron novillos de don José Pereira Palha Blanco, bravos y de poder, y que dejaron fuera de combate a varios picadores y con ello obligaron a intervenir al novato de reserva Madriles a picar nada menos que a los seis toros, sufriendo grandes porrazos y siendo empitonado aparatosamente.
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casemo - 2004
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