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LA GACETILLA TAURINA |
Nº 88- 23 Julio 2007 (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar) |
Gacetillas de Psicología . (El Comportamiento de las reses bravas) |
Si, a la luz de los nuevos conocimientos sobre el comportamiento de los animales, unimos los adquiridos durante más de medio siglo, como frutos de una larga y paciente observación, los resultados causarán, sin duda, grandes sorpresas y motivaran que sean muchos lectores los que reflexionen sobre los hechos que les iremos narrando en esta nueva serie de Gacetillas de Psicología de las reses bravas. El primer lugar diremos que, la creencia generalizada de que el comportamiento de los animales, está totalmente regido por los instintos se ha demostrado que es incorrecta. La referencia emanada del tamaño del cerebro de los antropoides y de los delfines -los humanos de los mares-, desproporcionadamente grande en relación a otros animales, evidencia que están mucho más desarrollados y que pueden desempeñar funciones psicológicas más avanzadas. Tal vez no se pueda hablar de capacidad de realizar operaciones abstractas, pero sí pueden resolver satisfactoriamente los problemas de su entorno, nos dice el etólogo de la Universidad Complutense de Madrid Fernando Colmenares. Esa capacidad de resolver problemas de su entorno es inherente en los terneros bravos a las dos semanas despues de su nacimiento y es verdaderamente reveladora en animales criados en un entorno cercano al hombre. Y es que la estructura básica de la corteza cerebral esta presente en todos los animales y la de los seres humanos es en realidad muy similar a los primates superiores. Los terneros bravos disfrutan de una rica área cerebral que le empuja a satisfacer su innata curiosidad hacia cualquier situación que les sea desconocida. Predadores experimentados, como los coyotes en Mexico, aprovechan esa inclinación natural de los terneros para apartarlos de sus madres y devorarlos, como veremos en próximas gecetillas. Pero en cuanto a la Investigaciones realizadas separadamente por el psicobiólogo Juan Delius, de la Universidad de Constanza (Alemania), y el neurocientífico Joaquín Fuster, de la Universidad de California (Estados Unidos), llegaron a similares conclusiones sobre el referido aspecto. Si la conexiones entre áreas corticales y en el interior de ellas mismas son muy parecidas en el hombre y en el mono, la capacidad del cerebro para crear un tipo parecido de conexiones esta presente ya en el substrato encefalicos de los terneros, teniendo mayor presencia y pronta puesta a punto en las hembras. La diferencia entre el hombre y sus hermanos ancestrales los antropoides estriba en las áreas especializadas en el lenguaje, las llamadas áreas 39 y 40 de la corteza posterior del cerebro humano, que regula las funciones semánticas, y el área de Proca en la corteza prefrontal, que controla la sintáxis del lenguaje. Dichas áreas, que posibilitan el lenguaje, no tienen su equivalente en el cerebro del mono, pero en ella está la misma estructura básica sobre la que el hombre desarrolló esa cualidad. De hecho, estas zonas fueron las últimas en desarrollarse durante la evolución, y son por ello las primeras que, lógicamente, debido a su poca consistencia evolutiva, las primeras en degenerarse en la vejez. El psicólogo Richard Herrnestein, de la Universidad de Havard (Estados Unidos), describió cinco niveles de capacidad intelectual, correspondientes a las fases evolutivas. El primero es discriminar entre objeto, capacidad presente en todos los seres vivos superiores. El segundo es memorizar imágenes. El tercero, establecer categorías. El cuarto agrupar conceptos. Y el último define relaciones abstractas, nivel hasta ahora exclusivo del hombre. Herrnestein no ha estudiado los niveles de capacidad intelectual de las reses bravas. De haberlo hecho, hubiera descubierto que saben memorizar perfectamente las mas diversas imágenes, conocer voces, obedecer, pero, sobre todo, crear en su cerebro un mapa perfecto de todo su entorno, incluso con mas rapidez que un ser humano y, desde luego, con una precisión exquisita en cuanto a los pequeños detalles.
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casemo - 2004
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