LA GACETILLA TAURINA 

 Nº  66 -   20 Febrero 2007   (Textos originales del Dr. en veterinaria D. Juan J. Zaldivar)

¿Ya no hay sillas desde la que poner banderillas?

          

            Debió acabarlas Antonio Carmona Luque  (Gordito), matador de toros sevillano (1838-1920) que en sus años diez años de banderillero (1853-1863) le gustaba poner banderillas sentado en una silla. Sin embargo, otros diestros se le anticiparon en siglos, especialmente los navarros, ya que a los toros de casta navarra, prontos y rápidos, eran muy apropiados para los más diversos juegos en las plazas. Pero Gordito colocó la tarde del (18-09-1858), en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y “por primera vez aparece esta manera en el toreo” –dicen algunos tratadistas, lo cual no es cierto-, un par de banderillas en silla. Sin embargo, el  sevillano no lograba realizar su especialidad ante toros de otras castas, como la castellana, de siempre más inciertos en sus acometidas.

Antonio Carmona"Gordito"            Debemos hacer notar que, semejante y arriesgada novedad, producía un espectacular lucimiento  y le coloca en posición excepcional entre los banderilleros de su tiempo, pues semejante habilidad se le consideraba sin competencia. Igualmente, en la brega, por su inteligencia y soltura, era extraordinario, y poniendo banderillas en todas las formas conocidas resultaba inimitable. En septiembre de 1858, también en Sevilla, toreó en dos corridas en competencia con el Cuco, y la ventaja fue toda de Antonio Carmona, que llegó a dar el quiebro con los pies amarrados. Los elogios que se le tributaban eran desmesurados. Un antiguo aficionado de Bilbao escribía en El Boletín de Loterías y Toros en 1861:

            «El Gordito es un joven torero de magníficas circunstancias, que no tiene desperdicios, como se dice en el toreo; es diferente a todos los otros toreros del día, y promete y debe ser el mejor de los toreros conocidos, con inclusión de Montes.»           En la Plaza de Toros de Madrid,  el (20-06-1861), es fama de que Gordito no practica el quiebro. Aquella tarde se lidiaron seis toros de don Vicente Martínez, por Cayetano Sanz y los Panaderos, hermanos –Manuel y José- de Gordito. Éste comenzó sus quiebros en el segundo toro. A poco de su salida colocó un pañuelo en la arena, púsose encima y, dejando llegar a la res, la cambió a cuerpo limpio, sin que la cosa despertase gran entusiasmo. Pero en el quinto toro logró que éste se desbordara, banderilleándole solo y sentado en una silla.  He aquí cómo describe su faena Carmona Jiménez en el citado Boletín de Loterías y Toros:

            «El Gordito, apenas hecha la señal de banderillas, cogió una silla y se fue al toro. Antes de ponerse en suerte y, por consiguiente, de sentarse, le acometió, librándose de él por medio de un pase con la misma silla, que le valió un aplauso. Sentado, en fin, citó al bicho, el que arrancó por el lado contrario al que le citaba el diestro, y tan rápidamente, que le obligó a colocarlas banderillas algo bajas par tener que salir del embroque con mucho brío para no ser cogido. pero que no fue obstáculo a que sonase un estrepitoso palmoteo, porque casi no    es posible explicar cuándo colocó los palos ni por dónde se marchó el diestro. Tan   instantáneo fue el movimiento de arrancar el toro, meter los brazos y levantarse de la silla, de donde apenas se separa. Vuelto a sentarse en ella, dejando colgada la montera al lado derecho de la misma,  que es adonde se inclina para llamar al bicho, y ya más aplomado el toro, fuése acercando paso a paso, arrastrándose en la silla con notable tranquilidad hasta quedar a unas tres varas  del toro; una vez allí le alegró hasta que arrancó a él, y haciendo un cambio y dejando colocado en el morrillo un excelente par de banderillas, se libró del hachazo, que todo le aguantó la silla, rompiéndose en mil pedazos. Frenéticos y entusiastas aplausos resonaron por toda la plaza, y eso que no puede aplaudirse en el momento porque es suerte que aterra.»

            El entusiasmo del público fue tal que para la corrida anunciada para el día (24-08-1861), hubo necesidad de aumentar el cartel, que lo integró Julián Casas y Cayetano Sanz, con los dos Panaderos, figurando el nombre de Antonio Carmona, en el anuncio correspondiente, con letras mucho mayores que todos los demás del programa. En esta corrida banderilleó Gordito metido en un aro, y segundó intentando hacerlo en silla, colocando después un magnífico par cambiando, porque el toro no se arrancaba en línea.

            En la corrida del 25 de septiembre, también de 1861, en Valladolid, estando el público disgustado porque, ante las malas condiciones de los toros –fueron mansos tan reservados en atacar como peligrosos-, lógicamente, no pudo ejecutar Antonio su suerte favorita, estuvo desgraciado su hermano José en la muerte de uno de los bichos. De uno de los tendidos salió una piedra que lastimó seriamente al José (Panadero), y Gordito se encaró con los concurrentes al tendido, interpelándoles airadamente. El público, furioso, agredió a pedradas a los toreros, y la autoridad hizo detener a Antonio, multándole con 1.000 reales y encarcelándole... donde le ofrecieron una silla.

    
       
                                                                            

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